[Nacho V. y Christina Rosenvinge]
Me resbalo por tus erres, por tus emes,
por tus as que se pegan a mi cuello
como perlas de un collar.
Y tus ojos infinitos se oscurecen sobre mí,
un segundo, un minuto que no puedo traducir,
no sé nada de ti, no sabes nada de mí.
Con tus manos examinas cada pliegue de mi piel
y te pierdes, te diluyes, te desarmas sin querer,
no sabes nada de mí, no sé nada de ti.
Ahora llueve y tu cama es parte de mi corazón,
no respires, no te muevas, no despiertes al dragón,
no sé nada de ti, no sabes nada de mí.
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