El resplandor lo llena todo
completamente
atraviesas el murmullo del lodo
desordenadamente
un pasadizo hacia el reino del nodo
en tu mente.
Dos -¿por qué?- son las vías que cruzan
la envergadura de tu día inerte
Él calla, arrebolado por la indiferencia ni se inmuta
ante los exabruptos de una corriente
que fluye por el agua del río, desnuda.
Y todo se torna tan evidente
qué carencia de rectitud en la amargura
oh, demasiada decencia en tu melodía demente.
Eres una espiral y giras hacia el centro
¿no ves el punto de partida?
Tomas un nada entremezclada con un todo áspero,
no es esto el vacío de tu existencia
inane en la izquierda, como un cero
te pierdes difuso en una vía
dictaminada por el refulgir de mi sueño.
Oh, ¡cómo resplandece el fuego!
Oh, ¡cómo resplandece el fuego!
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