lunes, 30 de enero de 2012

El sometido

- Siéntese, por favor.
- Te estoy viendo bastante bien.
- Ese era mi propósito. Usted es consciente de sus males y del  tratamiento que ha de llevar a cabo, ¿no?
- Sí. Tres veces cada noche en un intervalo de dos.
- Bueno, entonces no tiene razones para desistir de este modo. Ha destrozado todo el cuarto, ¿cree eso correcto?
- Por supuesto. No hay derecho a vivir en ese antro, ninguno. Es intolerable.
- ¿Se da cuenta? Hemos colocado todo a su disposición para que pueda vivir y desarrollar su arte cómodamente. No entiendo sus quejas.
- Pero, vamos a ver, ¿cómo voy a desarrollar mi arte sin personas? Me sustento en ustedes y me tienen aquí sin ni siquiera ventana y nunca pasa nadie... Todo, todo, todo es artificial.
- Bueno, no pretenderá que ante su innumerable lista de antecedentes nos acerquemos demasiado a usted. Le hemos brindado lo necesario para su propia supervivencia sin necesidad de contacto alguno. Usted sólo ha de darnos un poco de su arte, una pequeña contribución. Quizá instalemos una ventana, si eso sirve de algo, cuando reparemos el desastre que ha dejado.
- ¡No, no, no! Basta ya. No quiero nada más de ustedes. Devuélvanme mi libertad o...
- Sabe que no es posible. Por favor, ¡traigan la morfina!
- Pe.. pero...

Quizá

Tengo miedo. El miedo me devora. Las pesadillas también. Doy vueltas en la cama antes de acostarme, me inquieto. Melodramatizo, me preocupo. Y esto me hace recordar que el suicidio es la elección de la muerte, del cómo y cuándo. No sé por qué. Aborrezco esta fragilidad humana y esta fragilidad mental.. No queda mucho más que decir en cuanto a ello. Sólo me queda olvidar. Estallar como un volcán, quizá.
Morir lentamente, quizá...

domingo, 29 de enero de 2012

Elevación - Charles Baudelaire

Por encima de los lagos, por encima de los valles,
De las montañas, de los bosques, de las nubes, de los mares,
Allende el sol, allende lo etéreo,
Allende los confines de las esferas estrelladas,

Mi espíritu, tú me mueves con agilidad,
Y, como un buen nadador que desfallece en la onda,
Tú surcas alegremente la inmensidad profunda
Con una indecible y mácula voluptuosidad.

¡Vuela muy lejos de esas miasmas mórbidas,
Ve a purificarte en el aire superior,
Y bebe, como un puro y divino licor,
La luminosidad que colma los espacios límpidos!

Detrás del tedio y los grandes pesares
Que abruman con su peso la existencia brumosa,
Dichoso aquel que puede con ala vigorosa
Arrojarse hacia los campos luminosos y serenos;

¡Aquel cuyos pensamientos, cual alondras,
Hacia los cielos matutinos tienden un libre vuelo!
¡Que se cierna sobre la vida, y alcance sin esfuerzo
El lenguaje de las flores y de las cosas mudas!

Nightmares...

Durante eternidades sucumbimos al silencio de nuestras miradas, que decían mucho más que palabras. No podíamos tocar las ideas sin la compenetración visual que aquello requería, si al menos... hubiera sido menos complicado. Nos necesitábamos, no querías despertar de este sueño, yo no quería despertar de este sueño. Pero la realidad nos abatía tan dulce y lentamente que... derivábamos en una espiral de exhalaciones sin nombre, sin definiciones. ¿Era lo que queríamos? ¿Acaso se pueden desear seres inmateriales, tales como las palabras? No, no podía ser. Podíamos ser sin ser. Caminábamos siendo, bajo la conciencia de la ausencia. Soñaba soñar que soñaba, no que des-soñara, como retrocediendo a la incertidumbre y el desasosiego de las pesadillas. Oh, ¿qué podía hacer? ¿Lavar mi cerebro, mi mente? Bien, lo arrojaría a las aguas saladas de alguna playa, a mil metros de distancia de la costa, para no volver a notar su peso en mi cabeza y ser ligera, otra vez... Me quedaría vacía y tendría que rellenar mi mente con nuevas historias y cavilaciones. Sí, y la rueda giraría sin oxidaciones, con el mecanismo completamente renovado, con las piezas nuevas. Y... si.. quizá acabase por despertar.. sería, para siempre en mis sueños, a tu lado, sólo siendo o sin ser...

jueves, 26 de enero de 2012

A meses luz...

Correr... Correr no me quita  nada de tiempo. 
Me suspendo en el hueco delgado que se vislumbra entre las persianas. Una delgada línea con variopintos colores humanos se desliza desde la izquierda hacia la derecha. Es otro ser moviéndose.
No encuentro referencias.
¿Dónde estoy?
Coches y ruido y gente y coches. Amalgama amarga de estertores que hacen que mis dedos apreten con toda su alma mis  pelos, los retuerzan, los destrozan sin querer conocerlos. No sé qué soy, ni qué he sido.
Estás ahí, no he querido despedazarte. Sería inútil. Así como mi propia existencia. Desearía ver, saltar y volver a una órbita desconocida. 
No. No. El chirrido de ruedas de carro me desconcentra. Me insinúa que debo parar. Cabeza: ¿debes parar?
¿Miedo  a pensar?, ¿eso dije? Sí, tal vez mientras me escrutabas lo tuve, quizá vislumbrarás en mí la otra mitad que desterró.
La dualidad y... yo. Como si todo se tratase de pares, es la versión humana simplificada de la realidad. 
Es la contradicción.
Ellos nos la insinúan cada día. ¡Más eficiencia, más productividad! ¡Más empleo! ¿Cómo? ¿Cuándo? 
El más conlleva al menos, no en todos los aspectos.
Morí para la poesía, así como para la literatura.
¿Qué queda de mí?
Te pertenecía en cierto modo aquello, pero no todo. En realidad nada. Fue mío, vestigios de egocentrismo. Lo amé, sentí, oh. Vuelvo.. vuelvo a derivar en el eterno retorno. ¿No decías eso, Nietzsche? ¿Estamos preparados para la llegada del 'superhombre'? ¿No somos ficción ya? Pasado, pasado, sólo vivimos en el pasado y soñamos el futuro, es decir, el pasado. 
Tan sólo vivimos soñando el pasado.

miércoles, 25 de enero de 2012

"Soy el desesperado, la palabra sin ecos, el que lo perdió todo y el que todo lo tuvo."  - [Pablo Neruda]

martes, 24 de enero de 2012

¿Para qué vivir si todas las vidas que deseo tener se hallan en la literatura?
Te veo en las calles, en los parques, en los rincones más grises y sucios, en la ciudad, en los pasos de peatones, en los rincones más celestes y pulcros, en la vertiente del tiempo, en el silencio, en los recovecos de mi almohada, a un lado, o al otro. Te veo gesticulando, dándole vueltas a una palabra, dándole vueltas a una conversación, te veo hablando, te veo callando, en la distancia. Te veo días atrás, días cerca, mirada distante, o peligrosamente cercana. Me veo temblando, decrépita, angustiada, agotada, al otro lado. Me veo hoy aquí, y mañana no sé dónde, sólo en la otra punta del océano.

lunes, 23 de enero de 2012

..

Y caminamos y caminamos durante horas a través de la oscuridad diáfana que apenas nos permitía medir la distancia de nuestros pasos.. Decidimos quedarnos estacionados, inmóviles, mientras hablábamos...
-  Dime... ¿qué ves?
Le siguió un silencio casi eterno, suspendido entre los sonidos de la noche. No es que no fuera capaz de responder... es que sabía cuál sería la pregunta tras mi respuesta, lo cual me inquietaba. Decidí utilizar una pregunta algo atrevida...
- ¿Podrías cerrar los ojos, ahora?
- Está bien, si es lo que deseas.
- Vale, ¿estás asustado?
- ¿De qué?
- No puedes observar dónde estoy ni lo que sucede a tu alrededor. A ver.. ¿a cuánta distancia me encuentro de ti ahora mismo?
- No sé... quizá.. ¿un metro? ¿Dos?
- No. Permanece con los ojos cerrados...
Aprovechando su perniciosa oscuridad me situé sigilosamente a sus espaldas, apenas acariciando el suelo con mis pies. Estuve en el más absoluto silencio durante unos  cuantos minutos... mientras lo escrutaba balbucear levemente algo con sus labios... Empezaba a temblar, no sé si de frío o de miedo.
- ¡Bú! 
- Hey. ¡Me has asustado! ¿Qué puedes ver desde ahí?
- A ti, con escalofríos terribles... Ya puedes abrir los ojos, si quieres...
- ¿Yo? ¿Escalofríos? - Soltó con un tono hilarante. 
- Sí, ya es demasiado tarde como para poder creerte.
- Bueno... rehagamos nuestros pasos... Volvamos al hilo de nuestra conversación inicial.
- ¿De veras no te has asustado?
- No, bueno sí. Un poco. Mucho.
- Ajá. Lo supuse, en fin. Prosigamos.

martes, 17 de enero de 2012

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Rojo, verde, azul. Mezcla de colores primarios, ¿o no? Las líneas que voy a escribir no representan una coartada para lo que después sucederá.
El cielo se había ensuciado hacía unas horas, las nubes formaron una masa densa y espumosa, ocultando la luz proveniente de la luna. Mi tránsito por estas calles comenzaba a marearme, llevaba no sé cuánto dando vueltas en búsqueda de, de... ¡mi memoria! La había dejado tirada en la última sala a la que acudí, y apenas podía desviar mis pensamientos del abismo. La necesitaba. Oh, y la sala había desaparecido. ¿O era yo? No recordaba cómo había llegado hasta el punto en el que estaba ni de dónde salí. Sólo la transformación. Debía reconocer qué forma había adquirido para poder enfrentarme de nuevo a ellos y solicitarles un regreso temporal a la sala.

sábado, 7 de enero de 2012