- Siéntese, por favor.
- Te estoy viendo bastante bien.
- Ese era mi propósito. Usted es consciente de sus males y del tratamiento que ha de llevar a cabo, ¿no?
- Sí. Tres veces cada noche en un intervalo de dos.
- Bueno, entonces no tiene razones para desistir de este modo. Ha destrozado todo el cuarto, ¿cree eso correcto?
- Por supuesto. No hay derecho a vivir en ese antro, ninguno. Es intolerable.
- ¿Se da cuenta? Hemos colocado todo a su disposición para que pueda vivir y desarrollar su arte cómodamente. No entiendo sus quejas.
- Pero, vamos a ver, ¿cómo voy a desarrollar mi arte sin personas? Me sustento en ustedes y me tienen aquí sin ni siquiera ventana y nunca pasa nadie... Todo, todo, todo es artificial.
- Bueno, no pretenderá que ante su innumerable lista de antecedentes nos acerquemos demasiado a usted. Le hemos brindado lo necesario para su propia supervivencia sin necesidad de contacto alguno. Usted sólo ha de darnos un poco de su arte, una pequeña contribución. Quizá instalemos una ventana, si eso sirve de algo, cuando reparemos el desastre que ha dejado.
- ¡No, no, no! Basta ya. No quiero nada más de ustedes. Devuélvanme mi libertad o...
- Sabe que no es posible. Por favor, ¡traigan la morfina!
- Pe.. pero...