viernes, 4 de febrero de 2011

Cerca-lejos

El reflejo de la luz me está persiguiendo, lo noto en la letanía y en mis propias retinas. Cuando comencé con todo esto creí ver que derivaría en el delirio, pero no pensé que hasta tal grado donde la irracionalidad roza cada uno de mis actos. Llevo caminando unas cuantas horas, deambulando, más bien. Pretendiendo sacar algo en claro y lo único que vislumbro con lucidez no es una imagen sino mis pies y manos congelados. Él es como mis pies, no me permite dormir, los tengo que abrigar en los entresijos de mi fuero interno para dilucidar un pedazo más de locura. En medio de esta espiral, de vorágines, no puedo contemplar la respiración de las hojas... Yo... solía hacerlo, perderme en sus pequeñas ramas, un árbol dentro de una hoja, miles de árboles dentro de ellos mismos; solía verlos, ver el bosque y su opaca claridad. ¿Ahora? ¿Qué queda de mí? 
Me he perdido en la dimensión de mis elucubraciones sin prestarle atención a los pequeños bichos que aplasto mientras camino... Si no lo hago yo... ¿quién se apiadará de ellos? Decían o al menos yo solía escuchar que el mundo estaba loco, nunca pude confiar en él y su magnificencia, dejando todo esto aparte, contribuía a dicha afirmación, aunque ahora mismo ignoraba su existencia. Los fluidos mentales me están corrompiendo, no veo la realidad, estoy viajando, descendiendo la escalera al futuro y al pasado. 
¡Qué es el tiempo! Vilmente hemos sido engañados por él, el insolente.
En la escalera hay rostros rogando clemencia, llamándome, no puedo atenderlos a todos... Me diluyo con el fondo claroscuro y volátil del aire y sus susurros musicales; en las voces, en sus agudos y sus graves, te escucho.  ¿Alguna vez te has preguntado si los demás también lo hacen? 
Acabo de decidir seguir por esta asíntota, aun no sé a dónde me llevará, o si algún día alcanzará lo que siempre tuvo tan nítidamente cerca.

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