Cada pieza que encajó se desvaneció. Me creyeron loca cuando les conté todo esto, con esa imposibilidad innata en el ser humano de comprender mis palabras y las sílabas que cada una de ellas implicaba. Por una vez estuve calmada, depositaron mi cuerpo en una especie de silla no acolchada y me confesaron la gran verdad:
- Solamente necesitas seis meses para curarte.
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