Ha caído el mundo.
Al menos uno de ellos.
Llega la hecatombe
que cavila sobre un oscilante peso
tal cual péndulo, dictaminando al hombre.
Surcaron de la orilla de unos dedos
ideas que en la dilatación de tus pupilas confluyeron,
le sonrieron al caballero,
le habíamos creído muerto.
Él, resplandeciente, nos ha saludado
y no supimos ser condescendientes,
algo nos lo ha arrebatado.
¿Fue, tal vez, un día de suerte?
Nosotros le queremos aquí,
nos ha traicionado, sin embargo..
las rodillas gemirán por su poderosa Inmunidad.
Al menos nuestras fútiles almas combatirán por un Sí.
Y el ritmo de los tambores lo dirá.
El mundo ha caído.
Uno de ellos, al menos, en sus labios susurrará...
Sí, sí.. ¡Sí!
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