domingo, 10 de abril de 2011

Ned.

- ¿Y esto es todo? - Dijo mientras se desvanecían las cenizas de su cabello a través de su tacto persistente.
- Sí, podría... decirse, ¿no?
- No esperaba esta sorpresa, veo que se suceden.
- ¿Se da cuenta de lo banal de su presencia aquí? Ellos se marcharon hace un par de días, no tengo nada, absolutamente nada de información de su actual destino.
- Es eso, quiere echarme, ¿no es así? Entonces, dígame, por favor, ¿quién me queda? -Alegaba en un peligroso crescendo mientras se retorcía la manga de la chaqueta con los dedos. Quería gritar, pero su incapacidad se lo impedía, tenía que ser... Era, en términos definitivos, su última decisión: arrojarlos a todos y sumirse en el demacrado y benévolo silencio.
- Señor, no puedo hacer nada por usted, lo siento. Debo marcharme. Suerte. - Realizó un amago de despedida y se largó tarareando alguna de esas canciones famosas de su época.
- A.. adiós.. - El tumulto del aire zumbaba en sus oídos, y el de la ausencia. Que lo pasen bien, ya era hora.

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