Retumban las ventanas con un leve repiqueteo
Aun resuena tu voz en mis entrañas, como un eco
Aun hay un sudor frío de remordimiento
Buscando una verdadera razón de la tormenta
Pero sé que se condensa y ausculta tras una puerta
Cerrada con un candado inquebrantable
Estoy condenada bajo el manto de frialdad,
De fugacidad, de persistente levedad de mi ser
Condenada a flotar por la atmósfera con los pies en la tierra
A rozar la irrealidad con una voz sorda, apenas audible
Para nadie, para nadie
Estoy aquí anclada en esta fragilidad, incapaz de quebrar
Incapaz de reconocer la verdad
No hay comentarios:
Publicar un comentario