La ausencia se apodera del cuerpo como una niebla inmensa sobre los párpados. Y-se-desliza. Tiemblan las entrañas cuando se deleitan con el viento húmedo de primavera, las nubes revolotean, el aliento se deshace en tragedias de olvido. El recuerdo atraviesa fugazmente la mente y se pierde con el aire que tan intensamente sacude al ser. ¿Retornará a las cavernas de infinita oscuridad? Acaso el peso le arrancase aquello que creyó suyo por unos segundos...
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