El tedio. El tedio
se aleja desprendiéndose
por todos sus poros
por todos sus lares.
¿Me escrutabas por todo,
por nimias tardes
retorciendo el aire
con los labios y los ojos?
Se veían -¡muy lejos!- los mares
de una mañana clara
y un sopor tibio y palpable.
Así pasaba y pasaba
el tiempo, inexorable;
y se formaba una amalgama
con la tibieza del ayer inevitable.
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