domingo, 23 de noviembre de 2008

Primera


Perdona el ruido de mi ignorancia,
perdona la desnudez de mis palabras,
perdona la intolerancia de mis actos,
perdona no decirte lo que anhelaba,
perdona la ausencia de pensamiento,
perdona mi poca confianza,
perdona mi desviados razonamientos,
mas no podrás perdonarme la inocencia
de los años que me quedan
y los venideros.

Mas no podrás tampoco perdonarme
al menos, en lo que queda de invierno,
ni en los próximos tan lejanos,
que los precoces susurros de mi mirada
griten en la tuya
ahogados en silenciosas lágrimas,
con su inevitable causa
en hallazgo de una respuesta
que me dé la razón
de tan profunda tristeza.

Dime, amor, ¿qué es lo que deseas?
Dime, corazón, ¿cuáles son las palabras perdidas
que aún no has encontrado?
Dime, si, tu deseo desea un negado amor,
o acaso, se tratase de un problema mayor,
dime, por favor, ¿cuál es la razón
de tu indefinida ausencia,
que parece usurpar todo tu cuerpo y alma?

Yo te diré lo que bastante bien sé,
sé que a poco de conocerte
me cegastes y olvidé cualquier razón
en esta endemoniada vida
para lograr una motivación
que no fuera más que admirar
el reflejo de tus bellos ojos
y contemplar con deseo
cada uno de tus movimientos
e inimaginables actos.

Ahora, dime, ¿si esto no es
locura, dime que, pues,
pudiera ser?
Explícame, si no estoy delirando,
¿dónde se halla la enfermedad?
Quizá no exista enfermedad tal,
sino la que pertenece
a un no correspondido amor
que jamás sabrá la razón
de mi impresentable locura.

sábado, 11 de octubre de 2008

El intrínseco egoísmo del ser humano

Bueno, eh aquí mi primer artículo en un blog, bajo mi constante desesperación por expresar lo que pienso y siento, me he visto obligada a escribir todo aquí en un blog, como si de un diario se tratase, con la única diferencia de que puede ser visto por miles de personas o quizás sólo por mi misma. Antes de comenzar, ADVIERTO, todo esto es pura subjetividad, asi que muchos pensarán que es una completa locura, tal como lo pienso yo.

De lo que quería tratar en esta entrada es acerca de nuestro egoísmo, de esa parte más oscura y luminosa de nosotros mismos, lo que realmente somos. Así pues, puedo decir que la palabra más exacta para definir a un ser humano es el egoísmo, pero a su misma vez, también es lo más difícil de descubrir, descubrir lo que realmente quiere hacer esa persona para sí misma, para estar mejor y sentir su buena conciencia libre de pecados. Lo que no comprendo, es por qué nos empeñamos siempre en negar una y otra vez nuestra naturaleza, somos EGOÍSTAS y PUNTO, y si no lo fueramos no estaríamos aquí, sólo pensamos en lo mejor para nosotros, pues si YO no existo entonces TÚ tampoco existirías, pues uno mismo es el centro de todo lo que le rodea.
Pero resulta que si eres capaz de reconocer tu naturaleza, ya empieza la clasificación, te encasillan en "mala persona", pues una de dos, si tú eres mala persona por reconocer la verdad entonces el mismo juez ha caido en su trampa, pues él comparte la misma naturaleza que tu, y por tanto, también es una mala persona.

¿Por qué tachamos el egoísmo como un sentimiento vil?
Hay que aclarar que, esto se debe quizá a la poca capacidad de autoanálisis que poseemos los humanos, pues es más fácil juzgar al vecino que a nosotros mismos, es más fácil que pague los platos rotos el de al lado que yo. Debido a esto no somos capaces de autojuzgarnos, y pensar "no he hecho lo correcto", pero eso sí, cuando hacemos algo bien somos hasta capaces de tirar voladores por doquier sin importar que alguno caiga en un lugar equívoco. A lo que iba, consideramos el egoísmo como algo incorrecto, despreciable, porque lo vemos expresado en otros seres semejantes, y no nos gusta porque vemos que solo piensa en sí mismo, en otra persona que no soy yo, ES DECIR, que no aceptamos el EGOÍSMO de otra persona por nuestro propio egoísmo, el cual no es capaz de aceptar que los demás poseen una tendencia hacia lo mismo que yo. La aceptación de esta verdad supone muchas derrotas a nuestra conciencia, que nos dice lo que no le parece correcto, y a ésta el egoísmo le produce cierta apatía, por lo que suceden constantes conflictos entre lo que creemos que deberíamos hacer y lo que nuestra tendencia nos dicta hacer, produciendo así, un descontento por nuestra parte al no conseguir equilibrar la balanza entre lo que sentimos que debemos hacer y lo que nuestro impulso nos dicta hacer.