jueves, 26 de diciembre de 2013

"Los procedimientos narrativos destinados a excitar la curiosidad o la emoción, y algunas expresiones que despiertan sentimientos de inquietud o melancolía, y que un lector un poco culto reconoce como comunes a muchas novelas, me parecían a mí únicos —porque yo consideraba un libro nuevo, no como una cosa de la que hay muchas semejantes, sino como una persona única, sin razón de existir más que en sí misma— [...]" - 

Por el camino de Swann - Marcel Proust

viernes, 6 de diciembre de 2013

La Verdad te golpea como una roca.


Es esto. Esto es lo cierto. La soledad es nuestra, es mía. Nuestro mundo está y seguirá vivo en nuestras mentes, pero no podrá ser compartido ni comprendido, no del todo.
 
Por eso duele el golpe
y complacen los sueños.

Es por ello que comprendo tantas cosas.
Cuando todo se queda dentro, quieto.

Sé que las palabras son insuficientes para poder explicarlo, quedan desarmadas ante la contundencia del impacto.



Es demasiado...


martes, 3 de diciembre de 2013

La Renuncia

"Pero ¿cómo renunciar? ¿A dónde ir para no abandonarlo todo del golpe (aunque ésa sea la única renuncia verdadera? No podemos ya encontrar un desierto exterior, carecemos del decorado de la renuncia. Incapaces de vivir libres bajo el sol sin pensar en otra cosa que en la eternidad, ¿cómo llegar a ser santos a cubierto? Es un drama eminentemente moderno el hecho de sólo poder renunciar mediante el suicidio. Pero, si nuestro desierto interior pudiera materializarse, ¿no nos anonadaría su inmensidad?
                                       *
¿Por qué no estallar? ¿No existe en mí energía suficiente para hacer temblar al universo, locura suficiente para aniquilar la mínima claridad? ¿Acaso mi única alegría no es la del caos, y mi mayor placer el impulso que me destruye? ¿Acaso mis ascensiones no son caídas y mi pasión mi propia explosión? ¿No soy capaz de amar sin autodestruirme? ¿Soy un ser herméticamente cerrado a los estados puros? ¿Contendría mi amor tanto veneno? Debo abandonarme completamente a mi frenesí, no volver a pensar en él para experimentarlo con el exceso más total. ¿Acaso no he combatido la muerte suficientemente? ¿Debo además soportar que el Eros sea mi enemigo? ¿Por qué siento tanto temor cuando el amor resucita en mí, por qué me entran ganas de aniquilar al mundo para detener el progreso de ese amor? Mi desgracia consiste en que deseo ser decepcionado en amor para tener nuevas razones de sufrir. Pues sólo el amor nos revela nuestra degradación. Quien ha visto la muerte enfrente, ¿puede aún amar? ¿Puede morir de amor? "

Emil Cioran - 'En las cimas de la desesperación'