miércoles, 29 de febrero de 2012

Cuatro

Ha sido curioso, hoy he escrito el veintinueve en el folio y ni me he percatado. Ha tenido que intervenir el ruido de la pantalla de colores para que pudiese vislumbrarlo... ¡año bisiesto! 
Feliz 29 de febrero. ¡Hasta dentro de cuatro años -con suerte-!

...

Las rocas
No me importaría estar jugando contigo todo el rato. Que tus ojos cayesen, se fuesen a la derecha y a la izquierda, buscando absorberlo todo. En algún punto estarías mirándome escrutadoramente, clavando las chispas que regurgitarían como un fuego en mí. Yo, banalmente abyecta en el brillo de tu oscuridad, paralizada, te sonreiría tontamente con cada palabra que soltasen mis insolentes labios. Con una prorrumpida cadencia que tendería al vértigo a medida que me sumergiera más en las profundidades de tu río. Podría... soñar con despertar y no tener que hacer nada, sólo atisbar el mar y el cielo, las olas y su movimiento, su espuma, y que tú estuvieras a mi lado, impávido, sin resquemores, en silencio. Me diluiría en el cuadro ante mis ojos, sería espuma vagando por el océano y tú las rocas, que yo rozaría con cada uno de mis movimientos. Ni el sol sería capaz de negarlo.. ni de borrar nada, ni nadie. Pero solamente soy, soy. Y tú no dejarás de ser, aun no, el ser altivo, sereno, firme, distante y cercano. Podría decirte mil palabras inútiles y luego enredarme con tu mirada mientras el silencio me inunda. Pasaria así horas, te estaría escuchando, a ti, a tus sombras, a tus latidos, a tu corazón bombeando sangre. Aunque... tú... tú.. volverías a perderte en las misivas de tu imaginación, en tu tempestad y tu quietud insondable.

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¿Qué mirada no es susceptible?

martes, 28 de febrero de 2012

¿Cómo es posible que el agua sea una llama?
No sé si es quemarme o ahogarme la palabra adecuada.

Cuestión de números

¿Tú?
Tú eres un número, como ellos.
¿Yo?
Yo soy un número, como tú.
Dime, por favor:
¿Acaso seremos infinito si nos dividen entre cero?

lunes, 27 de febrero de 2012

Contradicciones e inconsecuencias

La preocupación por el sistema y la unidad no ha sido —ni lo será nunca— una característica de quienes escriben en los momentos de inspiración, en los cuales el pensamiento es una expresión visceral que obedece a los caprichos de los nervios. Una perfecta unidad, la búsqueda de un sistema coherente son la prueba de una vida personal pobre, esquemática e insulsa, carente de contradicciones, de gratuidad, de paradojas. Sólo las contradicciones esenciales y las antinomias interiores prueban una vida espiritual fecunda, pues sólo ellas proporcionan al flujo y a la abundancia internas una posibilidad de realización. Quienes varían poco de estado de ánimo e ignoran la experiencia de los extremos no pueden contradecirse, puesto que sus tensiones insuficientes no podrían oponerse. Quienes, por el contrario, sienten intensamente el odio, la desesperación, el caos, la nada o el amor, aquellos a los que cada experiencia consume y precipita hacia la muerte, que no pueden respirar fuera de las cimas y que están siempre solos (y con mayor motivo cuando están acompañados), ¿cómo podrían seguir una evolución rectilínea o cristalizarse en un sistema? Todo lo que es forma, sistema, categoría, plan o esquema procede de un déficit de los contenidos, de una carencia de energía interior, de una esterilidad de la vida espiritual. 
Las grandes tensiones de ésta desembocan en el caos, en una exaltación cercana a la demencia. No existe vida espiritual fecunda que no conozca los estados caóticos y efervescentes de la enfermedad en su paroxismo, cuando la inspiración aparece como una condición esencial de la creación y las contradicciones como manifestaciones de la temperatura interior. Todo aquel que repruebe los estados caóticos no es un creador, quien desprecie los estados enfermizos no tiene derecho a hablar del espíritu. Sólo posee valor lo que surge de la inspiración, del fondo irracional de nuestro ser, lo que brota del punto central de nuestra subjetividad. Todo producto exclusivo del esfuerzo obstinado y del trabajo carece de valor, como todo producto exclusivo de la inteligencia es estéril y no posee el mínimo interés. Por el contrario, me fascina el espectáculo del ímpetu bárbaro y espontáneo de la inspiración, la efervescencia de los estados de ánimo, del lirismo esencial y de cuanto es tensión interior —todo lo cual hace de la inspiración la única realidad viva en el terreno de la creación.

[En las cimas de la desesperación - E. M. Cioran]

domingo, 26 de febrero de 2012

Pensamiento

Me levanto sobresaltado; si por lo menos pudiera dejar de pensar, ya sería mejor. Los pensamientos son lo más insulso que hay. Más insulso aún que la carne. Son una cosa que se estira interminablemente, y dejan un gusto raro. Y además dentro de los pensamientos están las palabras, las palabras inconclusas, las frases esbozadas que retornan sin interrupción: “Tengo que termi... Yo ex... Muerto... M. de Roll ha muerto... No soy... Yo ex... ” Sigue, sigue, y no termina nunca. Es peor que lo otro, porque me siento responsable y cómplice. Por ejemplo, yo alimento esta especie de rumia dolorosa: existo. Yo. El cuerpo, una vez que ha empezado, vive solo. Pero soy yo quien continúa, quien desenvuelve el pensamiento. Existo. Pienso que existo. ¡Oh qué larga serpentina es esa sensación de existir! Y la desenvuelvo muy despacito... ¡Si pudiera dejar de pensar! Intento, lo consigo: me parece que la cabeza se me llena de humo... y vuelve a empezar: “Humo... no pensar... No quiero pensar. No tengo que pensar que no quiero pensar. Porque es un pensamiento”. ¿Entonces no se acabará nunca?

Yo soy mi pensamiento, por eso no puedo detenerme. Existo porque pienso... y no puedo dejar de pensar. En este mismo momento —es atroz— si existo es porque me horroriza existir. Yo, yo me saco de la nada a la que aspiro; el odio, el asco de existir son otras tantas maneras de hacerme existir, de hundirme en la existencia. Los pensamientos nacen a mis espaldas,  como un vértigo, los siento nacer detrás de mi cabeza... si cedo se situarán aquí delante, entre mis ojos, y sigo cediendo, y el pensamiento crece, crece, y ahora, inmenso, me llena por entero y renueva mi existencia.

[La náusea - Sartre]

sábado, 25 de febrero de 2012

Debo reconocerte cuando te escrute caminando en la dirección contraria a la mía en la calle. ¿Qué probabilidad existe de que alguna vez nos hayamos visto? A veces en las guaguas reconoces rostros que te son familiares y que jamás volverás a observar. Rostros especiales, individuos excepcionales encerrados en los lares de un libro o de la ventana. O aquellos que te miran fijamente. Eso es lo que anhelo, así como la racionalidad que tanto desprenden algunos y la  falta de seriedad que eso habría de conllevar..
Existe una especie de cristal que siendo más translúcido en unos casos que en otros distancia las fuerzas del exterior y las fuerzas del interior de cada uno. ¿Y dónde se refleja sino en el rostro y el lenguaje corporal? Siempre me ha llamado la atención la innumerable cantidad de detalles que se han de reproducir en una conversación para que el mensaje llegue impoluto al receptor. Pero... ¿acaso este podría estar dentro de uno mismo para vislumbrar con la misma mirada lo que nos está aconteciendo? 
Si careciéramos de prejuicios y por unos segundos perdiésemos la noción de "ser", las palabras se deslizarían unas tras otras al exterior como foráneas a nosotros, que no seríamos capaces de explicar el sentido de haberlas dicho... ¡si ya no nos representan!


[Porque sí... ]:


jueves, 23 de febrero de 2012

Cuando eres consciente de que la situación ha superado los límites que esperabas ya dejas de estar un poco ahí, vas suspendido en el aire, flotando a la deriva sobre la abrumadora Nada. Y si es la primera vez el impacto viene con el mismo ímpetu que el de una ola chocando contra una roca, casi con la misma violencia e inclusive superándola.  Luego te acostumbras, aprendes el sentido del infinito, de la repetición, todo acaba entrando en el bucle del sosiego, la calma inquebrantable en el mar de la fragilidad. Las estructuras se resquebrajan y muere la inspiración porque ya has vivido lo que debías de vivir, quizá con carencia de experiencias, pero eres capaz de presuponer, de intuir cómo serán las otras. Acabas por no querer escuchar una sola palabra más y que sea el viento (si es que existe) el que te diga cómo sentirás lo nuevo que aún desconoces, para luego... perder paulatinamente el amor y el odio, y rodar sobre una eterna aunque fría existencia...

miércoles, 22 de febrero de 2012

Paciencia con los errores..

"Toda dificultad eludida se convertirá más tarde en un fantasma que perturbará nuestro reposo." - [Fréderic Chopin]

martes, 21 de febrero de 2012

Universidad: cultura del diálogo

Universidad: cultura del diálogo [La Opinión 18/02/2012]

AGUSTÍN DÍAZ-PACHECO, DIPLOMADO UNIVERSITARIO EN RELACIONES LABORALES. Uno de los más serios problemas que la crisis económico-social ha acentuado es el referido al paro juvenil, pésimas condiciones de trabajo, precariedad entre titulación académica y ocupación laboral, y la creciente fuga de cerebros; son personas jóvenes dotadas de suficiente preparación. Lo ha subrayado Eduardo Doménech, rector de la Universidad de La Laguna (ULL): “Si se cierran esas puertas [el tijeretazo de unos 600 millones de euros a la universidad española], los jóvenes cerebros que tenemos en todas las universidades van a buscar otras salidas o intentarán irse a otros países donde la crisis no afecta tanto.” (DA, Fran Domínguez, 12/02/2012, páginas 3-4, Tenerife). Debe considerarse la preocupación expresada a lo largo la entrevista realizada a Eduardo Doménech, honda su preocupación por cuanto proviene de una autoridad académica que, junto a profesores y estudiantes, se ocupa de los destinos de la ULL; institución que debe acometer la irrefutable misión de incrementar la cultura del diálogo, no sólo con respecto a otras instituciones, y también organizaciones sindicales, sino saber reconciliarse con el estudiantado. ¿Debemos entender la cultura como suma de conocimientos, cúmulo de erudición, y talante negociador tendente al diálogo como actitud vital? Sí, y en tal sentido, dicho diálogo obtendría mayor sustantividad si, entre otras cuestiones, se archivara el innecesario expediente incoado a 23 jóvenes estudiantes universitarios canarios, miembros y representantes pertenecientes al grupo claustral mayoritariamente representativos de la ULL: la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario (AMEC). La crisis económico-social exige intensificar una incesante tarea, reconducir siempre deseadas conversaciones entre el rector y los universitarios, preocupados ambos por la buena y merecida suerte a desear que se traduzca en hechos bien tangibles. La crisis no supone una abstracción, tampoco queda sujeta a demostraciones autoritarias, como recurrir a una normativa del año 1954; se trata de asumir, en el fondo y en la forma, el afrontar satisfactoria y democráticamente diversos problemas, y el de los 23 universitarios expedientados (representantes de AMEC), uno de ellos; a superar mediante un inteligente contraste en aras del futuro democrático de la ULL. Una situación de crisis lo demanda. El estudiantado, Personal de Administración y Servicios (PAS) de la ULL, Intersindical Canaria, y la carta abierta de los exalumnos claustrales Rubens Ascanio y Samir Delgado, han solicitado se archive el expediente sancionador, aparte de ser informada Irina Bokova, Directora General de la Unesco. Debe prevalecer el sosegado intercambio de pareceres, igual que los derechos reconocidos en la Convención de la Unesco, relativa a las Discriminaciones en la esfera de la Enseñanza, cuyo artículo 3, disposición A, contempla: “Derogar todas las disposiciones legislativas y administrativas que entrañen discriminaciones en la esfera de la enseñanza”. Esto es, evitar el autoritarismo.
[Fuente: http://libertadenlaull.wordpress.com/2012/02/19/universidad-cultura-del-dialogola-opinion-18022012/]

viernes, 17 de febrero de 2012

Aire

Este escrito fue comenzado hace casi un año, no está terminado ni corregido, pero me sigue pareciendo bonito, después de todo. (Véase desde la inocencia.)
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I
Levanto los resquicios de polvo que puedan quedar para unirlos bajo la figura inefable de un fantasma que cada noche me acompaña en mis sueños, hasta nos hemos convertido en inseparables.
-          Dulces sueños – Ese ha sido el eterno saludo de cada una de sus visitas. Y esta noche no sería diferente.-
-          Pero si ya estoy rodeada del susurro de las sábanas, durmiendo, en mi sueño. No entiendo qué haces aquí otra vez más. Puedes irte. Por favor.
-          Tú eres la que quieres que esté aquí, me iré cuando así lo desees.
-          Es lo que te estoy pidiendo.
-          Pero no lo que realmente quieres. Solicitas mi presencia, me necesitas contigo.
-          No, no. Ha sido un error, estoy ardorosamente convencida de que te has confundido de persona.
-          Tranquila, esta vez no intervendré en las formas de tu imaginación. Bajo las misivas de tu fuero interno atenderé a tus deseos ya que veo que tus palabras son incapaces de corresponderse con ellos.
Tartamudeé una posible respuesta, pero la rueda fue incapaz de girar, así que supongo que sería mejor así. Fantasma estaba ahí escrutando mis propios sueños y sin manipularlos, aunque en el fondo lo haría, como cada noche. Retomaría los hilos en su apariencia invisible y los movería de tal forma que me sintiera complacida. Realmente era mágico, empero absurdo.
Mis movimientos en el arrebato nocturno solían arrojar las sábanas al suelo, me entraba una súbita fiebre, creo que hasta emitía algún que otro exabrupto que, con suerte, no despertaba a los vecinos. Sentía el apocalipsis cosquilleándome los pies y subiendo hasta llegar a cada uno de los poros de mi piel, y todo estaba encerrado en mi cabeza, aunque yo tan sólo lo sentía en la sangre, en mis ciento veinte pulsaciones por minuto. La más maravillosa pasividad se auscultaba en la oscuridad, en mis párpados sellados, es como si solamente la realidad, el mundo, viviera dentro de mí, y no me topase con ningún otro ser zarandeando las murallas de mi alma y alterándolas. Como si la naturaleza se percibiese inquebrantable en mi silencio repleto de imágenes hirviendo.
He de decir que aquella madrugada mi sueño transcurría sobre las tres y treinta y tres de la madrugada en un confortable y atípico lugar con respecto a los anteriores. Había agua, mucha: estancada y en movimiento. Algunas veces seguían una melodía en allegro y otras veces en sostenuto y se elevaban desesperadamente bajo un fortísimo. Yo estaba flotando sobre una cascada que arrastraba con magnificencia y brutalidad el líquido cristalino hacia un cielo diáfano y aborregado. Era radicalmente una sinfonía acuática. Sentía un ápice de otro ser sobre la espina dorsal, aunque condensado bajo una densa gota de H2O, y sí… ¡solamente una!
Mientras caía a la inversa me iba desprendiendo del peso y la densa gota se adentraba combinándose con mi sangre y alterando por siempre mi esencia. Mi yo definitivo se diluía y me sentía agraciada de que aquello sucediera así. Creo que sonreía no sé si en cama o en cascada, había alguien más con una sonrisa en los labios, pero el vaho en mis ojos me impedía atisbarla. Abruptamente, cesó la melodía. Desde una de las nubes escuchaba un murmullo que precipitadamente se convertía en la cadencia de mis oídos.
-          ¿Por qué estás aquí? ¿Y por qué estoy aquí?
-          No lo sé. Devuélveme la música, te lo agradecería.
-          Yo no he sido, disfrutaba tanto como tú. Créeme.
-          Bueno, al menos no cesa el movimiento del agua.
-          Ya, aquí nunca pasa eso. ¿Eras tú la que sonreía?
-          Supongo, ahora mismo dudo sobre la presencia de un ‘yo’.
-          Claro, todo aquel que transite por estos lares lo hace. Se sienten como notas de agua siendo una parte diminuta pero imprescindible de la sinfonía.
-          Y a qué viene tu segunda pregunta si ya conoces este lugar.
-          No realmente. Sólo llevo aquí tres días, al menos en mi sueño. Para finalizarlo necesitaba encontrar a otro por aquí y creo que eres tú.
-          ¿Así de simple?
-          Sí, eso es lo que me dijo el Fantasma que dirige a la orquesta.
-          Vaya, así que es él. – Empecé a retorcerme los cabellos y tirarlos como si fueran muelles para que luego volvieran a su posición natural, comprobando que mis incipientes amagos por quedarme calva eran en vano. – Me marcho. Adiós.
-          ¡Espera! Falta un detalle y te dejaré ir.
-          Dime, antes de quebrantar tu nube.
-          Si lo conoces… debes saber la respuesta a mis preguntas. Debería haberme despertado ya puesto que te he visto. Si no es así ha de existir otra razón por la cual deba quedarme, quizás debamos partir juntos. ¡Sí.. seguramente es eso!
-          Estás majara. ¿Cuántas pastillas has tomado para poder dormir?
-          Un par, me parece. Recomendación del médico. ¿Y tú?
-          ¿YO? No conozco tu mundo ni lo que entraña vivir en él. Al menos eso es lo que dice mi ‘yo’, el cual no es mío. Supongo que me ha trastornado.
-          ¿Te ha dado fuerte, eh?
-          Es una posibilidad que no desecho, pero sinceramente creo que no me importa demasiado.
-          Es mi hora, suena mi despertador o algo así. Nos veremos en alguna estación… algún día. Te lo puedo asegurar, está escrito.- Dijo mientras se desvanecía paulatinamente su cuerpo y el círculo retornaba a su órbita, al menos, para él.
-          En fin… - Retumbó el eco de una risa que salía de mis labios insolentes, no la comprendía y era mía. Se clavaba el círculo, como una espina, mientras giraba sobre las entrañas de mi alma. - ¡Sé que estás ahí y sabes qué es lo que quiero en este momento! – Se prorrumpió el repiqueteo del agua. Las notas acallaban el ruido del silencio, esta vez con perpetuas blancas y una filantropía exacerbada. Qué ingenuidad portaba, me había engañado. Y había logrado su empecinado propósito. No había nada que hacer, ni razones por las que esgrimir una queja contra él. La precisión con la que transcurrieron los hechos los hicieron perfectos e inolvidables para las cavernas de mi mente.
Me asustaba la altura a la que me encontraba y a la vez sería incapaz de retornar al principio, a medida que escalaba niveles transportada por la cascada, la melodía se fundía más con la maraña formada por mi sangre y aquella gota densa, siendo las tres necesidades de mi cuerpo. Debería existir un final para todo aquello, algo me decía que no existía. En cada nuevo nivel era más bella la melodía, más mágica, correspondiéndose con la altura del cielo y con la densidad y forma de las nubes. Aquí no habría aviones ni objetos voladores no identificados, era una atmósfera modesta. Aunque tras ella vendría la oscuridad y proximidad a una dimensión diferente, acaso… ¿lo soportaría mi cuerpo? Si ya estaba en el más absoluto paraíso, ¿cómo podría haber una melodía más bella que aquella en la plenitud del negro?
En el fondo, acabaría por despertarme, así sucedía. Eran las cuatro y cuarenta y cuatro de la madrugada.


II




El parpadeo incesante atenuaba mi mirada, deslumbrándome por la oscuridad y por la abrumadora música. No entiendo por qué pero me venía a la memoria un dibujo en el que aparecía una silueta. Sin nada más que eso, sentía su contorno, mi mente lo visionaba. ¿Tal vez era alguien que conocí en otra vida, en otro mundo? Podía creer que me era familiar, era la asociación más simple que trazaría mi burdo cerebro. A pesar de que no era más que una fruslería, quería cavar y cavar, ponerle dirección al río de mi sangre, y atisbar qué era lo que realmente estaba imaginando. Los efectos sedantes del fondo “musical” quizá fueran los responsables. La figura se despegó del papel y apareció en tres dimensiones, como en un cuadro de Escher, ante mí.
-          ¿Por qué no me recuerdas? He estado contigo durante mucho tiempo, he intentado seguir cada una de tus sombras.
-          Ojalá pudiera…  desde que se inició mi ascenso a través de estas nubes la ligereza se ha apoderado de mí. Mis cargas, mis recuerdos… se han desvanecido.
-          Ya… me temo que ese es uno de los problemas de estar en este sitio. Al final todos terminamos convirtiéndonos en unos sin rostro, tanto nosotros mismos como aquellos que conocimos en la otra vida.
-          Bueno, estoy en un sueño. Despertaré y la utopía se habrá desvanecido, con todos sus inconvenientes.
-          ¿Ah sí? ¿Eso es lo que crees?
-          Es lo que sucederá, como siempre.
-          Lamento decirte que estás equivocada, ojalá no fuese así pero… a medida que te adentres en la nueva dimensión y el Negro absoluto se alimente de tus energías, cada vez te sentirás más libre. Y ello implica eliminar tu memoria, cada uno de los acontecimientos que vislumbraron tus pupilas, aquello que sentiste en lo más recóndito de tu piel, lo más profundo, tus anhelos… ¡Todo! ¡Todo lo que fuiste alguna vez desaparecerá!
-          ¿Estás insinuándome que dejaré de ser ‘yo’? ¿Es que acaso no lo he perdido ya?
-          Simplemente estoy advirtiéndote las consecuencias de permanecer aquí… Acabarás convirtiéndote en una nota de esta macabra y drenante sinfonía.
-          ¿Y si quiero permanecer sin dejar de ser?
-          Entonces… entonces… ¡debes hablar con el Dios de esta dimensión! Debo recordarte que si estás dispuesta a quedarte… será para la eternidad, y no serás tú quién decida  el ánima final en la que te transformarás.
-          De acuerdo. Sigo sin poder… rememorarte, Silueta.
-          Ya, ya no tiene importancia, sólo sigue tu camino… Si en algún momento quieres recordarme, tendrás que retractarte a tiempo y penetrar en la realidad, en tu Realidad, otra vez.
-          Está bien, no puedo perder ni un ápice de tiempo. Gracias por la información. – Y Silueta estalló en burbujas en el aire o, al menos, es lo que interpreté de aquel súbito restallar.
Tomé una decisión: no hacer nada. No me importaba permanecer ahí para siempre y no vislumbraba ninguna manera de contactar con la divinidad de la dimensión. Además, no resultaría muy útil. Así que.. ¿desaparecería mi Realidad, mi círculo más cercano, mis recuerdos, eh? ¿Se desvanecería mi propio ‘yo’? Lo que Silueta desconocía era mi absoluta carencia de Realidad, yo sólo la había rozado tangencialmente. No rememoraba a ninguna persona en especial aunque a veces se me aparecían como imágenes difusas algunas, y, sobretodo, sus gestos se impregnaban en mi mente.  No era muy relevante, me convertiría en otro ‘yo’, y esto era la mar de excitante. La única preocupación… era qué clase de ánima llegaría a ser, dentro de qué clave estaría. Por ello necesitaba al director de la orquesta –en estos momentos sonaba en la sinfonía una melodía de piano pesante y sentía una sedación inmediata-. Mis párpados se entrecerraban lentamente sin pretenderlo, como movidos por una fuerza magnética, no podía resistirme a… a…

jueves, 16 de febrero de 2012

Conexiones

Cualquiera conoce a medias la verdad, pero nadie sabe qué mentiras me permiten disimular. Nadie ata los cabos que nadie podría atar para saber que la verdad sólo está a medias.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Recuerda que

"Por muy caro que le haga pagar el sentimiento el mundo, es en la emoción donde el hombre alcanza a intuir lo inconmensurable." - [Goethe]
Llega la hora de la confesión con uno mismo
a solas.

martes, 14 de febrero de 2012

El estado dinámico de la madurez

¡Qué atrevidos por creerse tan adultos! Si ni siquiera son capaces de dar orden al abismo de sus vidas. ¿Y pretenden ustedes que aspire a un futuro estable como el suyo? Por favor. La madurez no es ni será jamás absoluta, siempre nos quedamos a medias. A veces insinúan que han vuelto a su niñez viendo esto o lo otro -contemplándolo en individuos ajenos al propio-, muy seguros de la etapa que fervientemente pisan, pero no, no es así. Uno puede ser capaz de racionalizar, de actuar con madurez ante ciertos ámbitos, y, no obstante, no hacerlo en otros. ¿Quiere esto decir que son errores que nos hacen aprender y, por ende, llevarnos a ser más adultos?  Nanai. Meramente, no se trata de una postura estática, sino de algo dinámico, que varía según qué cosas nos tocan y qué cosas no. Pero, bajo ningún concepto, es definitivo (y esperemos que jamás lo sea).

sábado, 11 de febrero de 2012

Ya no hay momento...

Me susurraste que todo iría bien, que el miedo que yo sentía se dispersaría como los granos de arena ante una ráfaga de viento, que se extirparía de mí toda vena de lamento. Si hay algún leve residuo sostén  el tacto de tu piel, aférrala contra la pared o contra el suelo, siempre estando de pie. Aunque apenas te queden fuerzas, cae, cae una y otra vez para que vuelvan a levantarte, pero de pie. No quiero que vengan las mareas de lluvia, y percibir cómo gota a gota caen sobre nuestras espaldas, son demasiadas gotas las que he de contar, innumerables veces estaría recitando la decadencia de cada una de ellas, innumerables veces estaría rezando por sus muertes. Si hay algún vestigio de mí que resida en ti, te concedo la oportunidad de borrarlo o de sostenerlo para la eternidad, puede que nunca fueran concebidos desde mi interior, sino que naciesen desde un 'yo' externo al propio y se condensasen insospechadamente en el mío.  Para derivar en una espiral no se hacen necesarias las cavilaciones, sino el sosiego infinito, sin embargo tú no te ves en otro lugar distinto a la inmensidad, donde somos partículas dispersas y lo único que nos une es el espacio y el tiempo, donde sólo se cuela el azar y no sabemos cuál será el nuevo destino. Esa es la magia a la cual no nos queda otra que aspirar, la magia de no saber qué sucederá, sino de ser conscientes de lo que está sucediendo y contemplar que ya se ha convertido en pasado sin que apenas pudiésemos sostenerlo entre nuestros dedos, pero viviéndolo con la misma intensidad que tiene nuestra presencia sobre el espacio en el cual nos encontramos suspendidos...

jueves, 9 de febrero de 2012

Morir tumbada, de pie, sentada, devorando con la mirada el cielo y el suelo. Morir mientras nadie dice nada, abusando de la tortura. Morir, morir es de cobardes, pero es muerte, al fin y al cabo. No se hablará mucho más después de ello, tampoco tendrá mucha importancia. 
¿Qué queda?

martes, 7 de febrero de 2012

¿Quién dijo que la edad es un número?
¿Alguien dijo que el joven podía ser viejo?
Pues así, vieja, yo me siento
No es esta la generación a la que pertenezco
Ni tampoco a las de antaño ni a las del futuro
¿Acaso el rumbo del mundo es algo que merezco?
¿Por qué he de depositar en una época mi cuerpo?
No, no es lo que quiero
No necesito un manto de arrugas para poder mantenerlo
Vieja me siento y vieja muero
En el infinito tedio

sábado, 4 de febrero de 2012

Introducción..

'Nací hastiado -escribe a Louise Colet en 1846-; esa es la lepra que me roe. Estoy cansado de la vida, de los demás, de todo.' A diferencia, no obstante, del tan conocido mal du siècle que aquejó la vida de Chateaubriand y de toda la generación romántica, este hastío profundo de Flaubert, por sus características existenciales, resulta plenamente moderno:
"¿Conoce usted el tedio? -escribe a Louis de Cormenin, el 7 de junio de 1844-. No me refiero, desde luego,m a ese tedio común, banal, consecuencia de la holgazanería o de la enfermedad, sino a esa desazón moderna que roe las entrañas del hombre, y, de un ser inteligente, hace una sombra que anda, un fantasma que piensa. ¡Ah! Le compadezco si esa clase de lepra le resulta familiar. A veces se cree uno curado, pero un buen día se despierta uno más afligido que nunca (...). En mi caso, se trata de una enfermedad de juventud que me afecta durante los días funestos como hoy."
Pesimismo existencial constante a lo largo de toda su vida y que incluso se incrementará con la madurez, cuando, renunciando a sus quimeras y sin esperar ya nada del porvenir, empiece a confiar a sus amigos su aspiración a acabar de una vez. 'La vida únicamente resulta tolerable a condición de no estar jamás en ella', escribe a Louis Colet, en 1853. Pero no estar allí puede implicar asimismo establecer una distancia prudencial entre él y la vida, distancia que podría provenir de la ironía, pero, sobre todo, del arte. Aceptación irónica de la existencia y recreación plástica y completa de ésta por medio del arte. El arte como recurso definitivo e incluso como tabla de salvación. El arte como sacerdocio será otra de las grandes aportaciones flaubertianas al mundo de la modernidad. La escritura como tormento, como sacrificio supremo, pero también como suprema compensación. 'El arte es una manera especial de vivir', frase que puntúa regularmente su correspondencia. El arte como alucinógeno frente a las miserias de un mundo vulgar e insoportable. El arte como asidero definitivo, pero también como espacio de fascinación y de embriaguez desenfrenada: 'la única forma de soportar la existencia es aturdiéndose en la literatura como en una orgía perpetua', carta a Louis Colet, 4 de septiembre de 1858. Soledad, pues, consecuencia de un mundo incapaz de satisfacer sus anhelos desmedidos, pero compensada y remediada en todo momento por la seducción de un arte concebido como medicina suprema y como vocación llevada a límites insospechados.

viernes, 3 de febrero de 2012

No debería

Me doy cuenta de que soy la misma sin ser. No soy la misma,  he cambiado. Ellos no saben cómo devorarme. Y ahora me acuesto sobre la cama, sobre el aire de la incertidumbre. Morir, ¿para qué? Vivir, ¿para qué? ¿Crees que no sé lo que va a suceder después? Todo tiempo futuro no tiene por qué ser mejor, ni peor. Sólo el hálito de la distancia nos hace retomar el recuerdo y disipar lo qué es futuro de lo que ha dejado de serlo. Muero. ¿No me digas? No, no lo hago. Pero, ¿y si lo hago? ¿Y si es lo que quiero? ¿Y si es lo que no quiero? Y si... Vamos, carezco de habilidades para decidir, y de poder. No puedes sostenerte sobre la cama, estás flotando en el aire, maldita sea, y está tan helado... Es terrible, terrible, no poder vislumbrar la nieve y saber que está ahí, mientras caminas por la calle, deslizándose a tu alrededor, contemplándote, depositándose en tus cabellos, en tus ojos irritados. La nieve te convierte en una bola, una bola de nieve, sí, y sigue cayendo sobre ti, agrandándote, haciéndote comprender que ya no eras lo que eras, que ahora eres una masa enorme y blanca que crece, que se expande, una masa en la que las realidades o, mejor dicho, las imágenes de la realidad se agolpan, se funden. ¿Has visto? Frente a un espejo dejas de contemplar tu rostro, sólo hay blanco, tus dedos lo rozan y se congelan, ahora también ellos son blancos. No queda mucho del color que antes tuviste, los absorbes todos. ¿Alguno escapará a esta masa inane? No lo sabes, no lo sé. Todo el rato he estado hablando conmigo misma, no te estoy hablando a ti. Quiero decir, en ningún momento he escrito esto para alguien, ¿se entiende? No escribo para ser leída ni comprendida, ni siquiera por mí misma. Soy esa bola de nieve del más puro blanco suspendida sobre el aire..

jueves, 2 de febrero de 2012

Leyendo tanto blog me he dado cuenta de que la distancia que me separa del mundo adulto cada vez es más delgada, lo cual me resulta preocupante. Mucho.
Voy a caminar sobre las ráfagas de aire heladas y cabeza abajo.

A teacher

La desesperación es el primer paso hacia la locura.