lunes, 21 de marzo de 2011

It's not a good idea

Veo las cosas morir y contemplo cómo los muertos pueden arrojarte a sus propias entrañas, sumergiéndote de lleno. Entra en tu cabeza una idea superflua, terriblemente fútil, no sucede nada, es tu pensamiento. Ya no tiene importancia, antes sí la tuvo. Una constante se instala, se transforma y te convierte en un obsesivo. Ves una señal al caminar, el mismo color al despertarte y al soñar, todos los mismos matices, precisos, en cada uno de tus movimientos. Te despiertas con la impertinencia martilleando tu cabeza, no puedes arrastrarla ni borrarla, no, ¡jamás!
Tendrán que pasar siglos para que se vaya de ti, para cuando eso suceda.. ¿seguirás estando?
Ponte de pie, frena abruptamente, el mundo está girando, tú dentro de él junto con muchas otras mentes revoloteando con elucubraciones distintas. Pero nadie fue capaz de ofrecerte la negación conjugada con la banalidad de cada una de tus incongruentes cadencias. Nadie pudo darte la vía de escape a la obsesión.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Breve,

Se incrustan las espinas en las entrañas de la piel, te drenan, toman tu respiración. (Porque es ahora cuando empiezas a respirar.) Estabas sumergido, impertérrito, flotando bajo el agua y contemplando a los peces, asfixiándote con retazos de la memoria. Y lograste desprenderte de las cadenas que te ataban a las profundidades para caer en la fría atmósfera y vivir y ser aire, para establecerte en un sopor intolerable e indudablemente fatuo. ¿Qué podías hacer? Cada una de las disyuntivas te transportaban al averno, y tenían que ser precisamente dos, chocantes y sinuosas. Quizá estabas mejor en el océano, pero sospechabas desde hace mucho una incapacidad innata para nadar, no era tu elemento, por supuesto que no. Tampoco el aire, ¿quedaban otros dos, no? Alguno tenía que caer, la magia sería potenciada en uno de ellos, el círculo tornaría en un ciclo de más ciclos, en constantes bucles. Seríamos ahora muchos círculos rotando sobre nosotros mismos en el Eterno Ciclo, y todo se volvería a repetir, una y otra vez. La simplicidad irrumpiría en el miserable espacio de tres dimensiones, padeciendo y saltando por aquellas proposiciones remotas, por vanos sentimientos humanos, por nuestra intrínseca irracionalidad. La cadencia daría lugar a una enseñanza, empero apenas visible por la nebulosidad de cada acto, por su irremediable impacto visual en nosotros. 
Mira, contempla cómo se clavan parsimoniosamente. No hay sangre, ya toda fue desperdiciada, lento, inmóvil, intentas defenderte porque sabes que está en ti poder hacerlo, sin embargo no se puede combatir contra la flora ni la tierra arrojada demoledoramente a los hombros, una carga más. Te aprisionan acortando tus inhalaciones y acelerando vertiginosamente tu pulso. Tus brazos inertes hacen un amago por retomar oxígeno, aunque a medida que transcurren los segundos se hacen más débiles... mucho más de lo que creíste que podrían llegar a ser, sí, esos no son tus brazos, no, no son tus manos, no es tu cuerpo, el líquido espeso no es tuyo, ni las cicatrices, tú no, no estás ahí, nunca has estado ahí. Y de pronto te das cuenta de que eso sucedió ayer. 

sábado, 12 de marzo de 2011

Flecha.

Impoluto silencio
me escrutas.
La pesadilla del tedio
en la ausencia.
La pieza cayó,
ellas encajaban.
Se establecieron en el medio,
arrojaron una palabra,
para siempre,
 sellada.

lunes, 7 de marzo de 2011

That Morn

El jardín mostraba a todas y cada una de las semillas que se había sembrado antaño, ahora crecidas y transformadas en un surtido de colores. Cada flor era especial, cada una tenía su magia, su belleza intrínseca. Había una en concreto que escrutaba, absorto, embelesado. Hoy era tu día, blanca, divina. Hoy brillabas más que nunca, te enredabas en torno al aire pausado a tu derredor y mostrabas cada una de tus erigidas espinas. Podía el más osado o la más atrevida haber querido tocarte, penetrar en tu belleza, invadirla, arrebatarte el aliento y con ello rozar las espinas mortales. Mas en tu sombrío lugar, en la más recóndita oscuridad del jardín, no sería apreciada ni vislumbrada por nadie, así pues no recibiría la amenaza de agentes externos ni tampoco surgiría de las entrañas de cualquier mero sujeto la sensación que producía su incandescencia en estos momentos. De esta y no de otra forma se iría, evanescente, la luz que emanaba suavemente de ella al acabar la mañana, la tarde, la noche.. Al desvanecerse en la súbita y definitiva oscuridad. Pero trémulamente vibraba la tierra, se escuchaban en el foráneo crepúsculo unas pisadas. Huellas que se aproximan a la rosa blanca...

domingo, 6 de marzo de 2011

Pálido

Minusvalora sus hábitos
permanentes
sin dilucidar en su tránsito
la mano incandescente.
Vislumbraste el etéreo sentido
de una estrella latente
en lo más profundo de tu pálpito,
hundiéndose de un lado a otro los ojos
que abrasaron la mente.
Tu paso atrapa el día
forma un surco bajo mis pupilas.
Puede que se aleje la marea
y en la vorágine ellos se vean..
¡Cayendo... como jamás llegué a imaginar!
Tejiendo una red de lívida absurdidad.

.-.

You've just shone. But I can't afford, I've tried, really. I'm sorry for that, words without sense. Just fly, don't crowl. Can't stop climbing the waterfall. No, no, no.

sábado, 5 de marzo de 2011

lll

Puede morir.. ¡una y otra vez!
Se congela bajo el hielo.
Ya carece de sentido...
Para qué vivir, ¡exhala el lamento!
No naciste de la nada...
quien te concibió fue él.. el océano verdadero.
Que ahora está helado, muerto
detrás de las sombras de la inerte mañana.
Erial... a nuestro pesar, lo has absorbido..
pero... ¡no por mucho tiempo!
Si tan sólo pudiera flotar sobre un momento..

miércoles, 2 de marzo de 2011

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Quién lo dijo. Los crujidos se expandían, había grietas más grandes día tras día, la cúspide que se había formado parecía a punto de extinguirse. En cualquier momento un fragmento de techo caería sobre mi cabeza y nada lo evitaría. Tampoco parecía importar la desintegración que el polvo leve auscultaba. Hoy fue tu día, naciste en la incipiente ola y el viento te arrojó contra las rocas sin misericordia alguna. En realidad no estabas ahí, sino más lejos, fuera de las fronteras. Las torres grises y el aliento del silencio me impidieron vislumbrar las pupilas del océano y su Llamada. Aunque sé que alguna vez... algún otro día.. volverá a quebrarse la noche en el segundo congelado. Y acudiré, con los párpados sellados, a la remota voz.