viernes, 31 de diciembre de 2010

De pronto. Tú. Recuerdo.
Permanezamos ajenos
a la unión del momento.
Insuficiente y escueto.
No podré decir: me quedo.
Tampoco lo pretendo.
Tan sólo por...
un nuevo cielo..
haría un descenso
por el revuelo
de mi miedo.
Aun te espero...

No hay que repetir títulos, aunque este se lo merece

Estoy cayendo en la espiral de recuerdo. Me fundo con ellos, ganan irremediablemente la batalla. Piensas que las huellas se borrarían y retornan.... tan sólo con volver a ver la imagen otra vez, el sujeto de vacío, el mar. Puede que tal vez el final llegase en algún momento que no supe atisbar, pero las rememoraciones no se marchan... crees que sí, estás plenamente convencido. Sí, soy capaz de difuminar la ficción del pasado, y no. Lo comparas con el presente, con el futuro, entremezclas todo, se forma una miasma inconcebible.  
Dirige sus pasos el sujeto tal cual una cadencia por la cadena de acontecimientos, la profundidad no se puede visualizar, tan sólo si,... las sensaciones se repitiesen y el silencio cómodo -incómodo-. El nerviosismo adherido a los dedos, a los brazos, a la cabeza.. ¿Qué había en ella?

domingo, 26 de diciembre de 2010

LBSMPTTYYY

Pienso en ti,  me sonríes, vienes, te vas
Como una sombra, me muerdo los labios
Divagando en que esta noche estarás
Rozando con las notas de tus silencios
La esquina de la imagen imaginada
Sobre las movedizas arenas trazos de pasión
Delirante, embotellada en una isla desolada
Y tú, soledad y tú, riendo con precisión
El pulso adherido, los arrebatos del alma
Ante la despedida inacabada del vapor
Que enmudece la boca y la deja, húmeda, mojada
Preparada para aferrarse a los suspiros del clamor
De la ráfaga del aire  plasmándose en la cara
Transcurriendo en la espera una nueva palabra
Que haga vibrar, saltar, desorbitar, el corazón de las entrañas
Todo será provocado por otra –otro- firme alma o… nada
Y sí, es algo de lo más bonito que te he escrito.

Lrjbsalbdkfjjngkjkjedjgsadghkjdhgsahgjhsd

Está girando sobre mi cabeza el hálito de una pieza, los recuerdos de mi sonrisa en el ente, en ti. Hay un juego de 'tú' plural, el humo de una historia y de otra y otra. Ambos se dispersan pero el cuerpo los inhala y sus vestigios se perpetúan en el recodo más insospechado del averno mental. El último día, las sillas, las desviaciones a 180 º, uno se reforzaba en el pulso de la mano del otro, contando los segundos. Había cosas que no servirían de nada, podíamos perdernos en demasiadas, y quizá eso fue lo que quisimos desde antaño. Aferré mis puños al mullido asiento... ¿sabría... agarrar la cuerda? Siempre supiste que no, ni tú mismo lo pudiste hacer. El círculo era insuficiente, no quita esto que no fuese perfecto, y vicioso. Balbuceamos mientras buceábamos en nuestros laberintos irisados, uno iba de espaldas al otro aunque ahora mismo estuviesen pupilas frente a pupilas. La exasperación podía resultar asfixiante y era hora de dejarse de tantas estupideces. Dejaba de gritar el 'ven' por el 'voy'... pero con él 'me' incluido en el paquete. Al final, uno terminó por desvanecerse, o ambos, qué se yo. Se diluyeron bajo suelo esperando la nitidez de una contestación. Tendría que trazar de nuevo el proyecto del descenso, esta vez desde más alto, con las rocas del acantilado observando tan tan lejos mi incorpórea materia. Bueno... el vicio melancólico y demente se hallaba en la cúspide... no podría renunciar a él.... era eso, eso, todo lo que podía...

sábado, 25 de diciembre de 2010

DFDFDFDDDDDDDDDDDDDDDD

Está aglomerado de diversas vanidades, ansioso escrutando el firmamento. Una estrella inquieta se desvanece en la bóveda justo segundos después de que apartase la mirada hacia sus huellas. ¿Podría haberse escuchado el sonido de su crepitar? Quizás. Volvería a esperar, otra vez más. En la leve atmósfera pastosa se auscultaba una tesitura que le sumergía en las profundas aguas, muchas veces lograba salir ileso de cualquier daño, sin haberse chocado contra rocas, sin haber dilucidado ni un ápice de vapor de agua. Eso sí: completamente empapado. Con la noche tardaba más en secarse y la humedad derivaba en los perpetuos fluidos de cavilaciones sin demasiado sentido. Meramente nimiedades. Como escrutar el vívido reflejo de la sombra de un escuálido bicho que abruptamente desaparecía y, con ello, su penetrante zumbido. No podría dormir en este día sin realizar su ritual previo, respiración sosegada, puños apretados, ¿música?... y la misma náusea de siempre. Desconocía de qué dudar o qué reafirmar, el mundo se perdía en el devenir, el suyo... en la firmeza de una seguridad rodeada de ficción inquebrantable. Las sombras se diluían en la oscuridad de un cielo de bruma y cautelosas se dispersaban, persiguiendo a individuos con la pesada carga de las prisas. Vaya. Tal vez el pegamento podría quitársela, por un lapso escueto de tiempo serían estatuas sin poder desprenderse del suelo, de las raíces, atadas a cadenas de cemento. Empero no cualquier sujeto poseería dichos caracteres, algunos eran capaces de vivir con una tranquilidad cuestionable, cada uno, a su modo, manejaba las riendas dentro de la red en la que se encontraban atrapados. Dentro de aquella esfera había demasiadas arañas dispuestas a formar una crisálida con la cálida tersura de sus pieles, en estas disparidades ya habrían pasado a ser ciegos y no dispondrían de sus plenas facultades para percatarse de la nueva mazmorra. Sin embargo, las sorpresas se sucedían, por naturaleza el efluvio de bloques que adquirían relieve paulatinamente o inopinadamente provocaban una súbita adrenalina en el incontrovertible papel crítico. Tiraba abajo la muralla, y se construiría una nueva. La verdad es que ya era apreciable el fulgor de la luna y el tumulto se esfumaba, era la hora de que la concurrencia se amalgase en otras direcciones. Los recuerdos hacían cola esperando ser llamados, tan sólo podía creer en estos momentos en el vacío de ellos. Nada.... podría aferrarse al de pupilas, al de palabras, al de ejecuciones de actos escalofriantes por su certeza, al de... ¿una imagen? Sí, podría establecerse en el balcón de la displicencia de un rostro, por un muy imposible que fuese. Recordaría los rasgos...  rememoraría la forma en que.. se movían los labios.. las frases.. las sílabas.. la expresión de los ojos.. Oh, qué tarde es, dijo mientras sus manos rozaban presurosas el rociado aire.

viernes, 24 de diciembre de 2010

anyway

Trouble in the water, in the air, in the life.
It's causing, this madness, confusion enough.
Moon will be quite close, a dream inside
a soul.. behind a reliable mirror at the past,
wounds won't fade out if your shadow don't try
to put out the ashes through the truth on the sand.
... we're going to be wherever your mind..
in the middle of the sky.. open its painful heart.
So... tell me, what are you looking at?

miércoles, 22 de diciembre de 2010

...

Is it looking through my mind?
You could feel a silence of pain...
collapsed in dumb things.
I am going to go upstairs...
a shadow will be following me,
making me feel like dropped
water showing an inexpressive smile.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Casi

Maneja los pulsos del combatiente, domínalo, vamos. Introspecciona: ¿qué es lo que piensa? Al final uno de los dos acabará cayendo, a saber cuál. Tienes la firme convicción de que la realidad no se habrá de producir, aunque inexorablemente una parte del subconsciente está empujando la verdad hacia arriba. Pero sabes cómo manipular los hilos para que no suceda. Puedes arrastrarte con el lastre de tu sombra sin percatarte de ella, girándote para verla y vislumbrando el roce de tus pasos con el cemento. Y la nada.. caes en su cebo sin atenuar la mirada con el pasado que sólo aporta futilidad. Observa cada uno de sus movimientos, atentamente, empero mientras los ejecuta se hace tarde y el golpe te da en plena mejilla: ¿ahora cómo actuarás? Intentas cavilar sobre otro de sus posibles alcances, mas hay algo que no te deja respirar. El oxígeno se vuelve primordial, la mente se emborrona de niebla dramáticamente densa, la esotérica idea se arraiga bajo las aguas que fluyen en tu cerebro. Vas a lograrlo.. obtendrás la efervescencia de las palabras concisas y cederá, otro más, y otro. Otro. Vas a ceder... lo preverás y... el puñal definitivo. Te arranca una sonrisa irónica. Tus gestos se desvinculan de tus manos. Voy... voy a... rozar la contingencia... como una asíntota.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Go away

It fade out again
Free hands, free thoughts..
It's not easy to see pain
Don't you feel the shore
covered by ashes of your brain?

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Crescendo

Abre las puertas
A la impotencia, al dolor
A la sin razón
El mundo real..
es inverosímil sin más...
No podrás volar
ni sonreír ni engañar
Aquí todos somos iguales:
tontos con diferentes mentiras
Hay quienes saben fingir
y dejan traslucir la burda verdad
Seamos crueles, caigamos en las redes
No ven.. cómo nos traicionan las imágenes...
Los hechos, las palabras...
No se dan cuenta de que no son más que títeres
Manejados por otros mayores,
con hilos sostenidos por una maraña de nada

La inteligencia se haya en quienes saben ser tontos

Me perdía en metáforas...
Me diluía en palabras...
Asaltaba las comas...
El trasfondo de nada...
Sin sentido, con ánforas
agotadas de benevolencia...
Atisbar el foráneo mal...
Y... percatarse de que toda
la locura, el drama...
carecen de utilidad real.
Percibe el aliento en la cara,
el mismo del viento,
está ahí, observa tu peso:
gravedad y masa.
No eres más que movimiento,
chocando contra el suelo.

Diálogo

- ¿Puedes sonreír?
- No.
- ¿Por qué no?
- Porque no. No sé.
- Vamos... ¿lo has hecho alguna vez?
- Realmente no.
- ¿Nada te ha producido el impulso de reír? ¿Ni un chiste?
- Si ni siquiera tienen gracia.
- Así que... eres un amargado.
- No sé.
- ¿Podrías dejar de decir no sé de una buena vez?
- No.
- De acuerdo... le haré una más... ¿se ha sentido frustrado alguna vez?
- No.
- ¿Seguro?
- No sé. ¿Y usted?
- Pues mire... ahora mismo sí.

Lo mejor.. sin duda

No es para tanto...
Tanta emoción y tanto delirio...
surgiendo de serpenteantes gusanos..
Adentrándose en la piel,
en el cerebro, en las manos...
danzando en los pies.
Qué facilidad ajena para rozar
la difusa imagen de un espécimen
carente de la fragilidad mortal...
Son ya.. los motivos suficientes..
para sumergirse en la espiral.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Poems in maths05

El eterno retorno de la lucidez nocturna
del tedio diurno en un espejismo
donde observo los rescoldos de incertidumbre pura
mientras hablo frente a un inaudible decibelio..
¡Temo..pienso..deseo.. en la locura una ruptura..!
mas me diluyo en dilucidaciones sin sentido..
La divergencia en la absurdidad se inunda..
se empeña, empero, este sentimiento recóndito..

Poems in maths04

Hubiese dicho no.
No hubiese dicho no.
Hubiese negado.
No hubiese negado.
Hubiera empezado. Esperado.
Hubiera permanecido inalterado.
No hubiera, una duda, transcurrido.
Habían quizá.. distintos imprevistos.

Poems in maths03

Paso de estudiar todo el espacio
a un plano concreto,
a unas restricciones ..
percatarse dolorosamente despacio
de un cúmulo de daño
precedido a la tormenta de un silencio..
puede decir una ausencia.. algo..
http://www.youtube.com/watch?v=NgkrL5K77mA

Poems in maths02

Se desvanece la idealización
el tránsito de ilusiones congeladas
forman un tumulto en acción
plena conciencia sin consistencia.
Voy a trazar con imaginación
y una pavorosa absurdidad
un recorrido por la divagación
por la imposibilidad de lograr...
el objetivo de vislumbrar...
¡en maldito fin..!..
una luz capaz de cegar
con la más absoluta oscuridad...

Poems in maths01

Sonidos eternos
se oyen mientras
espero y espero
un rubor de labios
un atisbo sincero
de una insospechada palabra
 aunque puedo
optar por no decir nada
por escrutar y soltar carcajadas
incongruentes, terriblemente vanas
puedo derivar en sílabas
sin saber cómo continuar
cómo rozar con las yemas
de mis dedos vestigios de duda,
de arrepentimiento, en la espera...
Algo inverosímil, radical,
un sentir, un latir... ¡contemplar!
la oscuridad en el día...
un firmamento sin estrellas...
el flujo de ideas vacías...

domingo, 5 de diciembre de 2010

X

Podemos crecer juntos...
¿Acaso usted está realmente dispuesto?
Podemos hundirnos bajo el mismo punto
Tras el ininterrumpido descenso
Hacia las reverberaciones de la marea..
Pero acaso los días son certeros
o... irrevocablemente una farsa plena..
¡Dispóngase, pues, para viajar al averno!

MORE

Montaña tras maraña
Mañanas sin palabras
Pensamientos que divagan
Que se resbalan
Por las inconfundibles sílabas
Risas provocadas
Reminiscente mirada
Ideas ruborizadas
Con pupilas clavadas...
Sobre otra más...
... otra recóndita alma...
Ausente.. tras las ventanas

Axioma

While I'm falling, I'm growing up
Why don't you stop to try?
All these things will be closing us..
Maybe I need you so much closer
But each change that you decide to do...
Is going to incite a new change...
Everything turn back to the starting-point
And THERE you aren't, though you are too

Respl

No... Ustedes no lo entienden...
Por mucho que mis desvaríos se resbalen...
Temiendo que en esta apología se empeñen...
En recorrer entrañas foráneas...
Ustedes no lo comprenden...
Buscar y no encontrar, descubrir sin indagar....
Esa perturbadora magia en la mente...
En susurros inconexos, a ellos las nubes amalgadas...
Cómo predicar, cómo se empieza a emprender...
Este recorrido por la incertidumbre...
...¡Dudar!... Sin poder negar... la muerte...
La terrible vida en muerte, en vacío..
Empero, se nubla la noche de vida, inopinadamente..
En el preciso momento en que las puertas se abren
Y tu piel se desvanece.. mientras se siente, tu alma, resplandeciente

Don't fire me, please



Time goes slowly through the walls...
People is looking at me...
And I'm starting to feel
Hate floating down the river
Seven deadly sins...
Have you ever seen...
truly, something strange?
A dark light flying at the sky,
turning up my pupils

Darkness

Soy una estrella, en el firmamento. Mi cuerpo me guía ciegamente hasta una salida con múltiples caminos que pueden percibir todos mis sentidos a excepción de mi vista. La oscuridad de la noche en su pleno apogeo reclama el silencio de los humanos para el sonido de la naturaleza, que atisba su despertar mientras en sus cálidos hogares la gente descansa. Escucha... ¡qué anhelantes suspiros inculca la naturaleza!
Nuestra racionalidad supuestamente la supera, pero así mismo sucede con la irracionalidad, actos deplorables e insulsos. Metas tan definidas y vacías, indagar en principios comunes para converger en el pulcro ciclo de la vida. Todo es un círculo. La locura no tiene hueco en él, lo difumina, lo quiebra: forma otra forma. Estos pensamientos, estos planteamientos... han de ser desquiciados; quizá comprensibles para dementes. Algunos cuando crecen olvidan el pasado, la monotonía resuelve sus incógnitas y despejan las preguntas. Empero, no contemplan con la cristalina lucidez que debieran más allá de la burbuja que les absorbe plenamente. Tengo tiempo para perder el tiempo aunque sepa que es una mera farsa, atrayente y lejana. Nada absorbe plenamente al subconsciente, este desecha la realidad para entrometerse en la ficción. Y... sin embargo... la noche y los seres vivos que en ella regurgitan sus vidas me demuestran el curso que siguen las cosas, un ciclo apaciguado, como obviando la inexistencia real humana, sin tener conciencia de nada y a la vez de todo. Sin pensar. Funcionan así. Y nosotros los imitamos. El cielo está despejado, la luz que se desprende de él permite  que mis pasos decidan correctamente cada una de sus pisadas aunque no pueda vislumbrar que hay en la tierra, sea una piedra con la que tener una concisa disputa o un hueco en el que depositar mis huesos. No hay demasiada diferencia en este lúcido momento entre abrir y cerrar los párpados, igualmente me quedo absorta con esta nebulosa fragancia y sus peculiares latidos. (Si provienen del cerebro o del corazón no lo sé... pero qué seríamos sin el cuerpo...)
A medida que la oscuridad me empapa aún más mi parsimoniosa marcha se para inopinadamente ante una presencia excepcional. Me pregunta con la brillantez de su silencio qué hago aquí, le respondo con la imposibilidad de mis labios, a través de mis gestos, que hacemos exactamente lo mismo: desvanecernos con el transcurso de los segundos.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Eh

Estás ahí, no te pedí venir, pero no podré pedir que te vayas
Estás ahí, inamovible como una estatua, sin decir palabras
Estoy aquí, flotando, imaginando cómo pensar lo que esperabas
Estoy aquí, soñando con sueños  de pesadilla, en la desilusión crepitabas
Seguimos aquí, entrelazados por vacío, cavilando sobre nada
Seguimos ahí, invisibles en el firmamento, pendientes de las pulsadas
Permanecemos aquí, idealistas hasta rabiar, con frases inacabadas
Soñaremos a ir, más allá de la burbuja, allende el océano, allende la mirada

Sure

Retumban las ventanas con un leve repiqueteo
Aun resuena tu voz en mis entrañas, como un eco
Aun hay un sudor frío de remordimiento
Buscando una verdadera razón de la tormenta
Pero sé que se condensa y ausculta tras una puerta
Cerrada con un candado inquebrantable
Estoy condenada bajo el manto de frialdad,
De fugacidad, de persistente levedad de mi ser
Condenada a flotar por la atmósfera con los pies en la tierra
A rozar la irrealidad con una voz sorda, apenas audible
Para nadie, para nadie
Estoy aquí anclada en esta fragilidad, incapaz de quebrar
Incapaz de reconocer la verdad

sábado, 27 de noviembre de 2010

Encaja

Las piezas del puzzle están oxidadas, roídas por las mismas ratas. Falta una, faltan dos... ¿cuántas faltan? Es un puzzle encajado por millones de piezas... falta ver en la imagen que aparece un rostro.. ¡tan solo uno!... el rostro de un fantasma. Empero se encuentra en lugar recóndito, alejado en una zona foránea para el público, un  pequeño puzzle, una sacudida.... una terrible sacudida, parálisis ante tal rompecabezas. ¡Tiene tan pocas piezas... tan pocas...! Y a la vez parece que el tiempo le da magnitud, un tamaño abismal, parece que... que... ¡que se expande!
Es increíble que no puedan encajarse todas, tienen una forma extraña, una especie de clave, un enigma por resolver para que adquieran la verdadera figura con la cual será posible ensamblar las piezas... Y dime...¡cómo voy a resolver el enigma...! ¿Dime, por favor, cómo? ¿Cómo atisbar la lucidez necesaria para reagrupar números y letras, descubrir una palabra, acertar un acertijo...?
¿Acaso lo sabe usted? ¿Acaso no será viable dejar que las largas horas transcurran desesperadamente sin hallar respuestas? La incógnita se ve alterada a medida que las palabras se conjugan y cambia el rumbo del camino, empezando a adquirir relieve. Hay cientos y cientos de claves que se mueven a cada día que pasa... pero hay un momento en el que existe una ínfima posibilidad de descifrarla, el momento en el cual... la plena luz sea capaz de cegar los ojos, pudiendo tan sólo escuchar una leve voz, un pálpito interior susurrando en los oídos. Ese hálito -suave respiración- sabrá la respuesta, a pesar de que sea demasiado tenue para poder ser apreciada por cualquiera... habrá quienes se empeñen en oírla, y habrá alguien capaz de rozarla y aferrarla a su propia alma,  capaz de vislumbrar, de escrutar a esa inerte voz... Y entonces... una nueva pieza podrá encajar.
Para ti V.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Obviedades

Qué bonito, Romeo y Julieta
Una historia perfecta
Imposibilidad de llevar
A una real vereda
Tanto amor y tanta marea
Vayamos a pensar
Que su familia no acepta
Una relación de pareja
Entre él, entre ella...
En estos momentos...
Qué más da todo ello
Qué más da ese pasatiempo

sábado, 20 de noviembre de 2010

llk

No puedo verlo
¿dónde se halla?
¿dónde está?
¿tanta ausencia?
¿tanto crepitar y...
tanta lluvia?
su repiqueteo me hipnotiza
los ojos cerrar
y volver a soñar
¿estoy, estás, estamos?
¿por qué nos alejamos?
¿por qué nos acercamos?
¿para qué hablar?
¿para qué hablamos?
¿sentir satisfacción...
por la carencia de una continuación?
¿ansiar otra repetición...?
¿sentir, ver, valorar...?
¿todo para...?
para... pa.. para.. nada...

Simplify

I can't forget your eyes looking through my eyes
I can't afford these beautiful words
As tears were falling I drew...
a paint with fascinating beauty
I'm still waiting for...
Dreaming about artificial reality
However.. I'll be able to smile and go...
Far, far away from all with enough pain
And, at the end, I'll fade out again...

lunes, 15 de noviembre de 2010

Inicios narrativos pueriles

Que muera, que muera, gritaban en la plaza. Estaban a punto de colgarle y nadie había sido capaz de arrebatarle la máscara. ¿Qué se escondía tras ella? ¿Acaso tan pavoroso podía llegar a ser?

Inspiraba sus últimas moléculas de oxígeno atreviéndose a sonreír, incluso hasta a burlarse de todos ellos soltando una sonora carcajada. Inopinadamente se inició una lluvia abrupta y la multitud, perpleja, agarrada con todas sus fuerzas a sus huesos, comenzó a marcharse corriendo como ráfagas. Al final apenas quedaron los verdugos y el acusado de tal calamidad con su férrea actitud y aquella máscara.

- ¿Qué hacemos? ¿Lo colgamos, no?
- Claro que sí, no seas tonto.

Se dispusieron a ello sosteniéndose con una actitud pretenciosamente serena, se dirigió con pasos lentos el verdugo hacia la víctima enmascarada, poco a poco caminaba... pero... sucedió algo fuera de lo previsto. Sus zapatos resbalaron con el húmedo suelo, atisbó las nubes y el cielo intentando alcanzarlo con los dedos, no pudo efectuar su certero cometido. Ya no estaba el cuerpo del acusado presente, entre tanto revuelo no sé sabe cómo pero logró desvanecerse dejando como huella su máscara. Ahora bien... la lluvia parecía arreciar... Las mentes estaban demasiado obsoletas como para elucubrar teorías sobre su desaparición o para meramente poner en práctica su búsqueda, qué más daba eso en aquellos instantes. Además de que el público se había escarmentado, los dispuestos a presenciar su muerte empezaron a dispersarse por el lugar quedando completamente abandonada el área y la máscara en el suelo.

Pasaron tres días en los que la tormenta no cesó, las gentes aglomeradas en entornos cálidos, el enmascarado desaparecido... Decían que llevaba esa máscara para que nadie lograse verle el rostro, y mucho menos sus ojos, su encarnada y penetrante mirada decían que era capaz de petrificar a cualquiera del impacto, provocaba una breve parálisis verbal, una sorpresa realmente magna para unos cristalinos ojos.. Suponían que él provocaba miedo, esto lo creían muchos, no todos, pero muchos hacían efecto sobre él, él tenía miedo de lo que muchos creían pues esto le conllevaría problemas y desembocó en ellos... quisieron ahorcarle y consiguió librarse. El pánico a "ver lo que llevaban dentro" se generalizó, al fin y al cabo el motivo de la máscara era este mismo: evitar el pavor a su supuestamente escrutadora mirada. Él mismo lo veía patético, por más que vislumbrara luz en aquellas evanescentes almas, esta misma luz comenzaba a carecer de lucidez pocos segundos después y ahí es cuando se percataba de que era otro rostro más de nada. Ideas estandarizadas, reiteración modernizada del pasado y del futuro. No se sentía demasiado cómodo rodeado de tantas mentes vacías, esta era una de las razones de la máscara: no serviría de nada volver a intentarlo, desechaba sus idealizaciones, no lograría encontrar seres que pudiesen comprenderlo lo mismo que él vislumbraba. Así pues, cuando supo que el miedo había llegado a tales extremos y supo que querían ahorcarle no se inmutó, tarde o temprano lo harían. A su pesar su racionalidad se desviaba perpetuamente de sus emociones, la esperanza le prohibió dejarse caer hasta tal punto, no toleraría morir de una forma tan tonta, si acaso él decidiría el mismo día de su muerte, y desde luego no sería el día fijado.

Logró zafarse de todo ello. Logró ir muy lejos... Hacerle un par de modificaciones a la máscara, para variar se fue de viaje por los primeros lugares que se le pasó en mente. No es que conociera a demasiada gente, solía mirarlos escrutadoramente, solían ofrecerle evasivas respuestas, solían temerle a dónde quiera que fuera. Si alguien hubiese querido retirar aquella máscara... tal vez... el miedo se habría evaporado o se hubiera visto exponencialmente incrementado. Y si tal vez alguien se hubiese preguntado: ¿qué se esconde tras la máscara? Y si esta misma pregunta le hubiese llegado a él... tan sólo... solamente... su cuerpo se hubiera petrificado durante un instante... o quizá para siempre.

domingo, 14 de noviembre de 2010

...

Otro día más... soñando...
Confiando en que...
Vaya a estar a mi lado...
Su pensamiento volando...
Tan, tan... desesperado
Otro día más soñando...
Con esos labios rozar...
Y todo... todo para...
¿Algo...? ¿Para nada?
Llevo la cuenta pavorosa
De los días pasando
¿Podré controlar el impulso...
podré cambiar algo?
¿Podré volver a llorar en vano?

jueves, 11 de noviembre de 2010

No sé

Esto no sería esto si.. de pronto me preguntase: ¿pero qué es esto?
Todo lo cambiaría o nada. Realmente los 'todo' y los 'nada' nunca me han agradado demasiado, y mucho menos los 'siempre'. No. Los 'no sé' son más agradables al oído, un 'quizá', 'tal vez', 'puede'. Esa indecisión súbita e incontralablemente atractiva es casi como un susurro, un aterciopelado roce de las yemas de los dedos que produce hasta un leve cosquilleo. Y si bien... el elevado grado de indiferencia que esto conlleva le supone un gélido desagrado a los otros, hasta a mí misma... no podremos evitarlo, inopinadamente acude a nuestras mentes, casi en todo momento, ante tanto desconocimiento. Ante el mismo miedo a la ignorancia pretendemos solucionarlas con respuestas inconexas, erróneas, con fruslerías inacabadas, ante el mismo descubrimiento de lo poco que sabemos hacemos un ligero movimiento de hombros y nos conformamos... inexorablemente a ello. Nos habituamos a vivir así, a hacer una mera representación de nuestras vidas con objetivos superfluos y perpetuos que tan sólo rascan la superficie del iceberg... pero... ¿acaso no es demasiado peligroso llegar hasta el fondo? ¿Se congelarían nuestras almas si fuera así... si buceáramos metros y metros sin tocar su indefinido final?
Tantas preguntas... tanta escrutación parece generar un malestar general, una náusea a algo que no podrían cargar sobre sí mismos, a una pesada carga (Das schwerste Gewicht), a un real temor.... ¿Qué podría suponer tener una información perfecta sobre la situación... manejar lo que le sucede a la otra punta del planeta aunque no nos interese lo más mínimo? ¿Y si esta información se injertara en nuestros cerebros durante nuestro tan apreciado sueño? Tal vez llegaríamos a la locura, tal vez retornaríamos a la ignorancia y carencia de empatía...
Tal vez... ni un lúcido atisbo de pregunta tal como ... ¿pero qué esto?... ocuparía ni un vestigio de nuestro tiempo... tal vez sería mejor perderlo... en respuestas fabricadas a base de vacío...

lunes, 8 de noviembre de 2010

Labyrinth

Durante mi somnolencia los párpados se abren
Vislumbro una salida producto de mi imaginación
Me encuentro perdida en el laberinto, y con voz grave
Grito en el aislamiento de mi exasperación...
Por huir de este críptico momento
A mi pesar quiero adentrarme
Más y más... indagando en el conocimiento
Pretendo borrar mi ignorancia
Cuanto más lo intento más me pierdo
A mis espaldas las puertas se difuminan
Y no, si hallo un final será un comienzo
Antes de rozarlo precipitaré en el abismo
Me perderé en la cadencia de la melodía de nuevo
Cada vez más en las profundidades del laberinto
Sólo queda preguntar... ¿qué pienso?

viernes, 5 de noviembre de 2010

Nada interesante

En medio de la ausencia
no veo rostros,
no veo caras..
que me digan un sí,
que impriman en su mirada
un sentimiento..
Quiero... volver al comienzo...
Pero quiero... retornar al final..
¿Decidir? Nunca eso se hizo para mí...
Y por lo visto, no soy la única...
Ser la hora tan dramática,
el momento tan perfecto...
para estar aquí...
perdiendo el tiempo...

jueves, 14 de octubre de 2010

Exaltación

Devuélveme la sonrisa, aunque te cueste
Demasiado
Demasiado poco y aunque me pese
Aun recorro la coma del pasado
Y aun adoro mientras llueve
Un repiqueteo de abrazos
Ahíto y melancólico el recuerdo
Persiste, me persigue y sonríe
No dejaremos que los sucesos
Con este cariz se precipiten
No, no, mucho queda, aun podré...
¡Aun puedo!...

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Tempus fugit

Se ausculta detrás de una sombra la verdad insondable. Ella, tan poco palpable, se diluye entre tus gestos y tu ausencia. Cómo me irrita los ojos verte lejos. Cómo se derraman lágrimas por un vano sentimiento. ¿Merecen la pena, acaso? No lo sé. La gran posibilidad es que no. Desde luego que no. Pero si no es esto, entonces ¿qué tengo? ¿Silencio? Será suficiente valioso, mas no tanto como su carencia enaltecida por el rumor de unas  acuosas pupilas. ¿Nos conformaríamos con ello? No. Uno no puede pretender tenerlo todo cuando apenas tiene nada y la escueta cantidad de materia y abstracción se derrama paulatinamente, y gota a gota se escurre entre sus dedos. Dedos que se mueven como si anduvieran tocando una melodía, como si creasen un historia, como escribiendo al aire, mientras el viento se la arrebata una y otra vez, empezando un infinito retorno a cero. Al parecer somos plenamente conscientes de la rapidez fatídica del paso de los días, al final, ¿qué queda? Carpe diem, ¿decían? Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra. TODOS lo sabemos ya. ¿Y cómo vivimos? ¿Con una prisa incontrolable por alcanzar todo para nada? ¿Ser ambiciosos para nada? Todo y nada son conceptos tan ambiguos y tan reconcomidos, que hasta dudo de aplicarles un significado. Todo es relativo, Einstein. Hasta esa oración es ambigua y tal vez sea verídica. Corramos pues, con nervios y prisas, con fútiles palabras e ideas, con todo, con nada, por el finísimo hilo de la vida. Que llegará el día en que se corte y vislumbremos la abismal inmensidad que se esconde tras nuestros cuerpos materiales. Ahí sí, cuando veamos lo que no vemos nos sorprenderemos, ya seamos de silicona, de carne y hueso o un simple esqueleto.  Jamás había existido, ¿nuestros ojos nos lo habían enmohecido? Oh, hasta ahora no me había dado cuenta, mira, ¡mira lo que estoy viendo!

viernes, 27 de agosto de 2010

ODIO los títulos

Alguna vez nos planteamos cosas. Analizamos lo que tenemos a nuestro alrededor. De pronto te pierdes en el color de la pared, de un blanco sucio con manchas sospechosas que realmente no sabes de dónde provienen. Pero quedarse aquí, entre estas sábanas mientras deliro, es una sensación impresionante. Pegada a la cama, durmiendo sin dormir, con los ojos cerrados al acecho de una imagen que no llega, esperando impacientemente a que venga por arte de magia la imaginación. Se pierde cuando la buscas y llega cuando no la esperabas. Quizá un atisbo de idea-relámpago te persiga en tu subsconsciente, pero nunca se transforma en palabras, no alcanza la meta. Casi.
Qué estertor vivir con los ojos abiertos, queremos ser ciegos aunque sería terrible que la oscuridad invadiese nuestras vidas. No atisbar una montaña, un coche, una persona que escruta el leve brillo de tus ojos, una mano, los muebles de tu casa al caminar. Sin VER, cómo se podría vivir. Hay gente que puede hacerlo, ¿podríamos acaso todos habituarnos a esta ceguera física? Empero, somos capaces de habituarnos a la imperiosa abstracción de una ceguera ficticia, la cual somos incapaces de palpar. No queremos ver lo que realmente tenemos ante nuestros ojos, tras las palabras, oculto y amalgado a ellas. Al fin y al cabo, ¿de qué nos serviría? ¿Respaldarnos en lo irreal o en lo real? ¿Qué elegir sin equivocarse irrevocablemente de elección?

Percatarnos de que lo que tocamos ni siquiera posee ese color con el que lo vislumbramos no es una tarea levemente díficil; si otra luz distinta, con mayor intensidad, lo pretende atravesar cambiará. Podría entonces atisbar... que el azul celeste de las sábanas se oscurece en gris cuando la luz de la lámpara pequeña permanece encendida y... mientras... el suave roce producido por el parsimonioso movimiento de mi cuerpo por toda la cama, girándome ciento ochenta y ciento ochenta grados, mirando hacia la pared, hacia la otra cama, hacia... el techo. No será mala idea permanecer anclada aquí, con el libro en mano, leyendo y haciendo pausas constantes. En estas pausas desconozco qué viene a mi cabeza. Lo que haré mañana, lo que hice hoy, algunas palabras cómicas, otras tonterías, futilidades, desde luego. En otros momentos, es adorable ese momento, me desconcentro para divagar sobre vacío, nada pasa por mi cabeza, aunque se empeñen en decir que todo el rato la mente está trabajando, yo siento que en ese instante no hay más que un mar de vacío en ella. Nada se me ocurre, cualquier leve idea es desechada, sólo es válida la carencia de lucidez, ese blanco vomitivo e indescriptible que se acumula ahí sin solicitarlo de modo alguno. De algún modo, ese efímero aislamiento es agradable, aunque algo termina por obligarte a que retornen a la circulación los pensamientos. Oh, es pavorosa esa obligación interna que te dice "para, para de una vez, piensa en algo". ¿Acaso no estaba parando en aquel momento de niebla?

Dejémoslo para otro día, permanezca aquí, aparte el libro. Da igual dónde. No mire nada, lumbre insuficiente, oscuridad apta, párpados cerrados, cerebro bloqueado. Bien, comencemos.

Algo..

Arranco las últimas hojas que le quedan a mi cuaderno, no sé cómo empezar. Atisbo la otra libreta, lejana en el estante y tan cercana en mis pupilas donde comienzo a pegar los pedazos de una historia rota. La tinta del bolígrafo se ha agotado, no puedo encontrar ningún bolígrafo por todo el cuarto. Hace un par de días que no veo la luz del sol y esto me hace sentirme como Drácula, esperando al acecho de una nueva víctima, aunque no sé qué tiene que ver la víctima aquí, supongo que desvarío. No recuerdo el motivo por el que llevo tantos días aquí dentro, sé que afuera había algo, algo que alteraba el orden de mis elucubraciones y por más que lo intente no lo rememoro. Si hubiese sido tan relevante ya hubiese aparecido antes en mi mente. Cuando me canso de indagar en busca del bolígrafo descubro que estaba en el cajón que he tenido todo el tiempo a mi lado, pero ya es tarde para escribir, mis ideas están vacías y remotas. Ni siquiera me sale leer. Qué hago. Son las once de la noche y no sé cuánto tiempo duraré en estas cuatro paredes. No es que el olor sea desagradable, peor sería el infierno. Dicen que es insoportable vivir ahí por el hedor que contiene. No me queda más remedio que disponerme a dormir, siento cada vez más frío el cuarto a pesar de que las noticias se empeñen en recordar la asfixiante ola de calor que sufrirá este lugar en días próximos y los altos grados que hay tanto de día como de noche. A este cuarto no llega mucha luz y he de usar una manta para dormir cuando a veces me da por temblar. En el segundo cajón a mi derecha tengo guardado mi reproductor de música y unos cascos, podría escuchar algo de piano, tal vez Glenn Gould interpretando a Bach, o algo con guitarra, quizá una canción de los 70 de Black Sabbath. Sí, para las horas nocturnas prefiero algo más fuerte, con más ritmo después del sosiego inexorable de la tarde, para darle más vida a la atmósfera pastosa. "I can't see the things that make true happiness, I must be blind" decía "Paranoid" de los Sabbath. Las sábanas heladas se me pegaban a la piel mientras escuchaba la melodía y poco a poco la letra se perdía en los recodos de la cama. Me costaba atisbar aquella imagen en mi mente, el nácar de la sonrisa y el cúmulo de gestos aparentemente inconexos. La oscuridad y la falsa apariencia gélida de la habitación originaban en mí demasiados desvaríos. Hacía mucho tiempo que no había contemplado el azul del mar ni el círculo evanescente de la luna, la cual por estas fechas estaría llena, o eso suponía. Sentía el peso de mis piernas, brazos, dedos y sobretodo de mi cabeza; no podría ser capaz de levantarme para contemplar con plena satisfacción una noche de verano en la que indudablemente la luz de las estrellas iluminaría todo el firmamento, y la luna, en pleno apogeo, se vislumbraría con irrevocable belleza. Esperaría, otra vez más, otras veinticuatro horas de arrepentimiento.

jueves, 19 de agosto de 2010

Otro más

Tú me tocas con las puntas de tus notas
-incisivas e interminables-.
¿Sabes que te necesito, gota a gota,
diluyéndote por segundos inestables?

Aunque fracasase y venga el tiempo
a rodearme, pavorosamente inalterable,
y aunque esté sola permanecerá tu fuego:
vas a seguir ahí, conmigo, sin abandonarme.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Librería (En marzo)

La chica del pelo rizado cogió sus cinco folios de aire y tinta imaginaria y salió a la calle para encontrarse con el personaje de su obra. Se dirigió, en primera instancia, a la librería más cercana, a unos dos kilómetros, había barajado la posibilidad de ir caminando a la par que creaba historias con lo que vislumbraba, pero eran las siete, y la librería cerraría a las ocho. Así que arrojó sus pensamientos y salió corriendo hacia la parada, perdiendo ya tres de sus folios. Al transcurso de escasos minutos apareció la guagua, subió y mientras manejaba el dinero del viaje, el chófer la interrogaba:
- ¿A dónde vas, niña?
La chica se ruborizó, intentando averiguar las palabras idóneas hasta que acabó balbuceando:
- Voy… voy… voy a la librería más cercana.
Los oyentes de la conversación y el mismo interlocutor se echaron a reír. Los mofletes de la niña se hincharon de fuego, y cabeceando, le entregó el dinero y se dirigió a los asientos más aislados. Cuando llegó a su parada, apenas le quedaba un folio semi-rasgado por sus inoportunas ideas. Se apeó y aceleró el paso hacia la librería. Mierda. Otra vez esta eterna cola, “debes coger un número” le decían. Arrancó uno de ellos y se sentó en el suelo a esperar mientras el resto la miraba anonadado y con muecas de desacuerdo, mas ella no se dejó intimidar por aquellas escrutadoras miradas pues se hallaba excesivamente concentrada en su historia. Cinco líneas, veinte, sesenta, parecía que aquel vómito no tendría fin, pero al rato, oyó uno voz gritando su número. Entonces, se levantó y dispuso a pedir lo que tanto anhelaba:
- Buenas tardes. Me gustaría saber si… posees un libro que… que arregle los pensamientos.
- Ah. Te refieres a estos de auto-ayuda. Podría servirte mucho uno que tengo de…
La interrumpió bruscamente:
- No, no es eso lo que busco. Quiero uno que cure pensamientos desarraigados.
- Niña, lo siento pero de esos no tengo.
Se observaron recíprocamente con cara de odio, atisbándose en la chica su insolencia ináudita y enfado irracional.
- ¡Pero qué clase de librería es! Llevo una semana entera recorriendo hasta el último recodo de esta ciudad, y llego a la última y me encuentro con esto.
- Lo sentimos. ¡Siguiente número!
Defraudada ya, se dispuso a retornar a su hogar, aunque desde luego antes se daría un paseo por aquel barrio, a ver si lograba llegar a cien líneas.
- Oh. Disculpe señor, no veía por donde caminaba.
- Tenga más cuidado. - Le respondió con rostro de odio.
En fin, mejor dejaría la visita para otro día, ya se hacía de noche y no disponía de demasiada batería. 
Transcurrieron los minutos y ya estaba de vuelta. Directa a la cama, la había agotado tanta indiferencia y acritud. Hoy el mundo es demasiado incisivo, tal vez mañana girará la rueda y... será distinto para mis ojos.

Techo

Miro el techo. Hola. Me muerdo el labio insconcientemente sin que apenas te hayas percatado, me llama el miedo. Cómo van las cosas. Una araña trepa por mi pierna izquierda, noto su cosquilleo, entreabro los ojos y la veo. Es muy bonita, qué pena matarla, no la mataré. Dejarla vivir es una buena opción, la cojo con la mano y la deposito en el suelo. A ver qué hace. Bien, van bien, ¿cómo quieres que vayan?, qué sueño que tengo, adiós. Decía una verdad resquebrajada, no iba a responder con un típico "no sé". Qué voy a hacerle. La araña se acerca a la puerta, pasa por debajo de ella, hasta luego. Mis párpados se empeñan en no despegarse de sí mismos y el sonido del teléfono vuelve a crepitar por el cuarto.

lunes, 2 de agosto de 2010

Sonido

La voz palpita, ansiosa,
tras las regias paredes
y comienza su andar de onda
por el trecho que prevé
mi oreja y, mi oído toma
sin pedir permiso, esa voz,
que... ahora... 
vuelve a deshilacharse y,
que vibra por todo el pabellón
en el impávido silencio.

martes, 27 de julio de 2010

Konstavin.......

El señor Konstavin venía de trabajar y estaba terriblemente agotado, casi asfixiado del ambiente hipócrita que comenzaba a acumularse en pos del usual compañerismo. Sospechaba que lo iban a despedir y nadie se atrevía a mencionárselo cuando el rumor ya se había difundido por toda la oficina. Quizá sería lo mejor, ya estaba hastiado de sus paupérrimas ansias por realizar su trabajo. Lo cierto es que era un completo inepto para el empleo. Últimamente le solían mencionar sus compañeros la parsimonia inexorable con la que llevaba a cabo sus tareas. Él sabía perfectamente -¡tan bien!- como todos que aquello había sido una pérdida, una terrible pérdida de su tiempo. Cuando terminaba de trabajar tan sólo deseaba extasiarse ante la yerma cama y dormir, dormir para olvidarse de todo y de su repulsiva vida, para de nuevo retornar al infierno matinal.
Las cosas llevaban torcidas ya mucho tiempo. No sabía el señor Konstavin qué hacer ante su inminente despedida del trabajo, pero aunque no tuviera ya ese salario mensual podría arreglárselas con sus fútiles ahorros. O.. quizá podría... Otra idea se arrebolaba en su mente como un pedacito de metal ante un imán. Sí. Oh... ¡sí!... treinta y dos miserables años perdidos. Dentro de cuatro días treinta y tres años. Treinta y tres. 
Esta era el uso de algo.. de alguno de sus antiguos vicios tan anhelados y desprestigiados ante sus pavorosos efectos y, a la vez, tan espeluznantes, aquella sensación no era repetible ni nada podría asimilarse a ella. Nada. Sin embargo, ¡era la solución!
Comenzaba a crepitar ante el ocaso y ante sus manos tenía el remedio y la enfermedad, y también la evasión. ¿Qué cantidad sería necesaria para...? Bien... ¿con veinte valdría? No, mejor con todo.. con toda la cantidad que le había sido suministrada y que había guardado durante tanto tiempo...
Vale, probemos.


miércoles, 21 de julio de 2010

Soleado

Me gusta el sol
y también los párpados
-lánguidos y ligeros-
bajo los cuales un tramo
de colores se oculta y... el pelo
viene a condensarse, arrebolado,
como recién mojado
sobre las mejillas y los párpados
que se mueven azarosamente
por el atisbo del día soleado
y que terminan por retorcerse
ante la niebla del presente.

Reiteración

Tiembla el pálpito
¡que me da!
cuando escucho un estrépito
que no va a parar.
Y empieza de nuevo
el esperado silencio
y, mientras, se aleja
tu sombra y el reflejo
de tu osadía pulcra y sincera.
Veo cómo llueve en el espejo
y veo unas cristalinas lágrimas
en la huida del tiempo.

miércoles, 7 de julio de 2010

Pasa

Se asfixia. Se apoya sobre el borde de la ventana abierta, a casi cien metros de altura. Es abrumador el paisaje que se encuentra a sus pies. Las luces, los coches moviéndose, la gente deambulando, el atardecer sobre el mar. Es todo tan bonito y también tan vomitivo. No sé cuántas veces en su vida había contemplado la misma escena y estaba demasiado cansado de ella. 
Notaba cómo le temblaban las piernas, cómo le subía el pulso y su corazón bombeaba una y otra vez la sangre con mayor rapidez, cómo la saliva se quedaba atrapada en la garganta, cómo sus manos permanecían inmóviles y su cuerpo volátil. Iba a iniciar su descenso mientras cerraba poco a poco sus ojos... Los dientes quebrados, los brazos tiesos, cerró los ojos y no vislumbró oscuridad... 

Vuelve a subir los párpados. ¿Qué es esto? ¿Vida? ¿De nuevo?

lunes, 28 de junio de 2010

Fin

Un pálpito a su lado prorrumpía. Giraba la cabeza y observaba a su acompañante, anonadada. No podía creer lo que veía, no podía creer los balbuceos e incongruentes palabras de él. El hedor inundaba toda la atmósfera y la extasiaba provocando que no pudiese contener las naúseas. Ese impulso, esas terribles ganas de vomitar que no cesaban, día tras día, eternas. Mientras los dos jugaban, se miraban a los ojos, él sin escrúpulos atisbaba el vaso que apestaba a alcohol y se reía cadenciosamente mientras le hacía invitaciones obscenas. Ella qué iba a decir, se inmutaba ante el mar de ojos azules, harta de la real imagen de él, que desconocía y que había desconocido por tanto tiempo. Harta de todas las lágrimas que derramó en vano por el aura de cristal que lo rodeaba,y ahora se habia esfumado. Tan rápidamente.
Suspiros. Quería alejarlo de ahí, echarlo a patadas de su lado. ¿Para qué volver a verlo si ya lo había olvidado? Le daba tantísima lástima, estaba completamente borracho. Completamente perdido. ¿Qué clase de vida llevaba? ¿Esto era por lo que apostaba, por lo que ofrecería todo su tiempo? Ella se había equivocado demasiado, estaba cansada de jugar y de que esos ojos inertes la miraran sin un sino. Eh, me largo, juega con aquella mujer que se ha estado insinuando durante toda la noche, vamos. Adiós. Ella acabó por no volverle a ver jamás. Él se levantó tambaleándose y se dirigió, finalmente, a la mujer, acabando por arrojarle vestigios de bebida alcohólica sobre la falda. En fin, vida desquiciada.

viernes, 25 de junio de 2010

I

Se truencan mis intenciones
por el manto frío que me abriga;
se truencan mis pensamientos
con la hilera de cálidos días.
Que pasan y se entrelazan
con la muerte del momento
y con el embriagador silencio.

Viejillo

Arranca el motor del coche
se dirige por la autopista
para llegar antes de la noche
con aquel tipo, a su cita
ese que habría de pasarle su vida,
su necesidad enfrascada.
Claro está, ha llegado
y se pone a la espera
Él viene y se deshace en evasivas
tras los ruegos, a cambio
de su voluntad propia
deja caer a sus pies las palabras
y que sucumba el silencio.
Pasan las lágrimas
y también los acontecimientos.
Se embarca al otro mundo
terriblemente decidida.
cuando él se marcha.
Sabe que hay muchos peros
que su pasión se difumina
y logra olvidar el atisbo de vidas
que la noche consume
mientras los pensamientos olvida.

Breves

Dónde empiezo
Termino una vez
Para en el principio recaer
Se despunta con un tropiezo
El exabrupto impronunciable
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Poco tiempo queda,
tan poco,
para que perezca,
todo.
Por ambos bandos
nos alegraremos
y lamentaremos,
quizá, por otros.
El adiós, o no.
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Me sonríe tu sombra
A lo lejos
Atisbo una respuesta
En el firmamento
Escucho una melodía y otra
Y transcurre el tiempo
Otra vez, de nuevo

Escritos de 2009

Sí, llegó el momento, localizé el lugar idóneo en mi mansión de soledad, cerré la puerta y me dirigí a mi cama, rodeada del aura abrumante de humedad. Me tumbé en ella y borbotearon de mis ojos lo que tanto había deseado, ¡lágrimas!. Se aceleraban los latidos de mi corazón y se me atragantaba la respiración, pero poco a poco fui sintiéndome mejor, más alegre, más sola. ¿Por qué lloraba? No lo sabía, pero algo sí reconocí y eso era que, tal vez, derramé lágrimas por todo lo que había contenido y negado a verter. Sin embargo, finalmente se agotaron mis sollozos y regresé al mundo. Salí, caminé entre las solitarias personas y volví a ahogarme en gritos de júbilo mientras nos acompañábamos con escuetas y superficiales miradas. Yo sonreía interiormente aunque nadie pudo verlo.
Y de nuevo regresé con mi ausente gesto a mi aislamiento.
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Las palabras se difuminan con el viento.
No entiendo por qué nos empeñamos en el regocijo de ellas mientras le restamos importancia a la sutileza de las miradas.
Podemos pasar segundos, minutos, horas, días, meses, años, hablando con alguien y no haber descubierto aún el color exacto de su iris. Los ojos desnudan el alma, son el pasaporte a un mundo remoto lleno de incógnitas inesperadas.
Y sólo necesitamos unos pocos segundos para descubrirlo.
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Se entreabre un leve átomo de oscuridad cuando bajo los párpados y oigo tu despertar, que me llama. Ajenos a la correspondencia de tus labios, se me adormecen arrancando bocanadas de aire. Y mientras, tu contaminante aroma que intoxica momentáneamente mis pulmones se ancla tras tu apariencia. La artificial magia es difícil de borrar, las espinas se clavan en mis venas hasta que arrastran la última gota de sangre. Mas son quebrantables las fantasías. Tu voz me grita ya tan lejos que no me alcanza y me duele. Sufro una terrible agonía que vierte humaredas y roba mis sonrisas. Decide transformarlas en medias y no en falsas, en verdaderas y no en sinceras. Cuánto quede de este gusto amargo terminará despidiéndose con un provisional adiós, pero volará en medio de la noche y el día suspendiéndose en la atmósfera.
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Y sintió el voraz impulso de arrojar todo por la ventana. Cómo podía ser posible. La herida se había cerrado por completo, o al menos, eso era lo que creía. Pero cuando lo vislumbró ahí, entre aglomeraciones de silencios, ansió avanzar hacia él y arrastrarlo para siempre consigo.
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¿Crees que una situación puede permanecer intacta para siempre? El tiempo nos da y nos quita, y al final sólo queda lo que hemos cosechado o las cenizas de lo que hemos dejado pudrir. No más. Es sumamente fácil vivir así sin pensar ni reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos, creer que atravesaremos cualquier camino cuando ni siquiera hemos pasado por ellos. No, las cosas no son tan sencillas. Las oportunidades se deben aprovechar o dejar pasar, las posibilidades inherentes desde nuestro nacimiento nos permiten el lujo o la desgracia de tener buena suerte o todo lo contrario. Y aún así nos atrevemos a patalear porque no podemos realizar nuestros caprichos. Tal vez sea que hay algo más que un capricho que se nos escurre entre los dedos, que escondemos en el rincón más oculto y que no pretendemos sacar a la luz. ¡Ah! Y sí, eso es muchísimo más que un capricho, pero nos empeñamos en ver las minuciosidades y apartar aquello que no queremos descubrir.
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A intervalos se siente ridícula. Observando a lo lejos sombras de gente, colores indefinidos. Se oyen pájaros silbando en los gigantes árboles que contempla. Está sentada en un banco, frente a una iglesia erigida años atrás. Con los árboles amurallados bajo una capa de cemento. Ruido de coches, viento, voces. Silencio. Fragmentos de basura rodando por el suelo, con vaivenes inciertos. Aire ligero acelerando su velocidad. Tranquilidad. La vislumbran remotamente suponiendo el qué hace mientras sus rizos se enmarañan con la atmósfera. Y hablan, inventan relativas teorías, cruzándose contrariedades. Diversidad de sensaciones. Tumulto de bolígrafo acude a su llamada. Aprecia su respiración indagando la estructura de la iglesia, ve a un hombre surcándola por las afueras. El verde tóxico se refleja en las direcciones ejecutadas por el pequeño ramillaje. Y aparece de nuevo ese hombre, haciendo fotos de la magnificencia de la pintoresca arboleda. Ahora de la iglesia. Ofrece pintas de montañero, perro viejo. Con la mochila bien fijada. Oh. Música. Tradición de su pueblo: timple, laúd, guitarra; que se escucha de fondo. En este momento, la fuerza sostiene la escoria y es arrojada a su contenedor. Pitas escuetas, ladridos de perros. Movimiento de pasos. Dueña y perro ladrando dan un paseo. Naranja colorido y peludo. Vacío de calles de nuevo. No, se regocijan risas. Más gente, más pasos. Acercándose y alejándose, viviendo vidas. Surtido de trescientos mil colores. Sin embargo, ella sigue sin determinar cuál será el suyo.
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jueves, 24 de junio de 2010

Relato

I
Me arroja y aparta con su mirada, con sus ojos débiles, superfluos y ciegos. Siempre intenté convencerla para que se pusiese algo sobre ellos, unas lentes, por ejemplo, de esas que se anunciaban en la televisión, y así podría lograr atisbar alguna diferenciación de matices. Pero bueno, el amago fue banal y un completo fracaso: jamás conseguí convencerla para nada, ningún asunto. Entonces, decidí que la tendencia sería hacerla reaccionar, que se disparase una mecha y comenzara una carrera sin freno. Bien, una idea pasó por mi mente: coger cosas y esconderlas. Desde luego, no serían cosas relevantes, sino más bien objetos con fútiles aplicaciones, por ejemplo, uno de esos zapatos o vestidos que jamás se pondría. Apenas se percataría de su ausencia, tras largo tiempo y vanos intentos de encontrarlos, terminaría por aceptar que eso no había sido nunca suyo. Ni siquiera se acordaría de esas cosas, seguramente no. Pues bien, cogí un vestido azul y lo arrimé en un cajón de mi ropero. Al día siguiente, cuando ya se había ido a trabajar, le arrebaté tres pares de zapatos y los escondí bajo mi cama. Creo que no eran buenos lugares para ocultarlos, pero con la misma creo que también eran los mejores. ¿Cómo se le iba a pasar por la cabeza visitar mi cuarto? ¿Cuánto tiempo estaba fuera de casa, trabajando? ¿Cuánto tiempo permanecía fuera haciendo no sé qué cosas ni con quién? Al fin y al cabo nos veríamos poco. Con tantas ocupaciones creo que rozaba lo ridículo el robo. Por suerte, semanas posteriores, terminó por darse cuenta y se dirigió a mí:
- Ey. ¿Tú sabes dónde se encuentra mi vestido azul turquesa, ese que me puse para la boda de Roberto hace tres años?
- ¿Ese? ¿No se supone que lo tiraste a la basura días después de la boda, cuando la novia de Roberto te tiró encima un trozo de tarta? Creía que no lo querías volver a ver.
- No... Creo que al final me lo quedé. Esa fue una idea loca y de arrebato que se me pasó por la cabeza cuando me enfadé con esa mujer.
- Ya, supongo. Pues no lo sé, indaga en tu armario, debe de estar ahí.
- Sí... lo llevo buscando un buen rato y nada. Quizá lleves razón, debí haberlo tirado... En fin, cogeré otro.
- Bien.
Se puso el otro vestido y se largó, bueno, mejor para mí. La casa rezumaba soledad con su ida y me puse a tocar el violín imaginando su reacción cuando le quedasen aun menos vestidos. De los zapatos no dijo nada -para salir siempre se ponía los mismos y esos no se los quitaría-. A la madrugada llegó y se tiró en el sofá, estaba tan agotada que apenas se quitó los zapatos. Rápidamente durmió.

II

Nos despertó al unísono un golpe seco. Creímos que fue el vecino que vivía al  lado, quizá en un instinto de rabia, a saber. Era un hombre decrépito, sobre los cincuenta, que vivía solo y se dedicaba a contar el número de personas que pasaba por la calle, desparramado en la silla de su balcón. Sin embargo, erramos (¡una vez más!): el ruido provenía de nuestro propio hogar. Concretamente de nuestra puerta, alguien nos reclamaba, pretendía llamar nuestra atención y comunicarse con nosotras cuanto antes. Así pues con mi rostro somnoliento me dirigí a abrir. Me paré abruptamente en las inmediaciones del pasillo, me peiné ligeramente con la mano derecha, respiré a grandes bocanadas y con cierta brevedad en los lapsos finales retorné el camino hacia la puerta y abrí.
- Perdone. ¿Es usted la señora Gindos?
- No... Ella vive aquí. ¿Por qué pregunta por ella?
- Pues es un asunto privado. ¿Usted es su familiar?
- Así es. Y ahora mismo está durmiendo, odia las visitas inesperadas.
- Bueno, entonces hablaremos con usted y esperamos que se lo comunique con la mayor brevedad posible. ¿De acuerdo?
- Por supuesto. Empiece pues. No tengo todo el día.
- Bien. Vea esto que tengo aquí, es un vestido azul y hemos descubierto que le pertenece a la señora Gindos.
- Pe.. pero.... ¿cómo? Es imposible, si estaba....
-Ese vestido ha estado deambulando por toda la calle principal, ocasionando pequeños incidentes con los transeúntes. En vista de que no desaparecía el vestido hemos decidido cogerlo y tirarlo a la basura, pero al percatarnos de la alta calidad del vestido, supusimos que su dueña querría conservarlo.
- Qué extraño. Muchas gracias señores. Ya pueden irse.
- No. Necesitamos hablar con la dueña del vestido.
- ¿Para qué?
- Obviamente para devolvérselo.
- Creo que es absurdo... ya no merece la pena. Está en un estado lamentable, de verdad, esto es completamente ridículo.
- De acuerdo. Entonces vendremos en otro momento para hablar con ella a solas.
- No.... - Cesó de hablar abruptamente ante la inminente marcha de los agentes.
Bueno, sería mejor así, no sabría cuándo volverían pero al fin y al cabo poco le importaba. ¿No era así?

III

- ¿Así qué los has echado de aquí? ¿Sabes cuánto me costó conseguir ese vestido y el abismal aprecio que le tengo? A saber cuándo volverán con el vestido, se lo han llevado...
- Lo siento, madre. No era el momento apropiado para... despertarte.. creo que...
- ¿Crees qué? Estoy cansada, estoy harta de tu ineptitud, no sabes hacer absolutamente nada. Ni estudiar ni trabajar ni siquiera ayudar a tu pobre madre, tan sólo te dedicas a tocar el violín todo el rato. Y... ¿quién te mantiene?
- Tú, mamá, perdona. Me voy a coger algo de fresco... Hasta luego.
Le impedí volver a dirigirme alguna palabra pues casi corrí hacia la puerta cogiendo ávidamente el bolso y la chaqueta. Sí, tenía razón en todo lo que decía. Fue una idea estúpida robarle todas aquellas cosas, pero no me explicaba cómo ese vestido se había inopinadamente transportado a otro lugar, a la calle misma, quizá en un instante de desinhibición lo habría acercado al borde de la ventana y había caído. Quizá. Era lo más probable. Empecé a deambular... y vislumbré tantos rostros teñidos de terror, tantos párpados hinchados y comencé a preguntarme qué era de sus vidas. ¿Realmente eran tan decrépitas y estaban rodeadas por un aura de tedio? Por qué la melancolía se ceñía a sus caras fue una pregunta de la que no obtuve respuesta, no obstante, la inocente y usual alegría y desparpajo de los niños me sorprendía. Llegué incluso hasta a preguntarle a uno de ellos "¿por qué estás tan feliz?", cuando un padre estuvo momentáneamente ausente y lejos del alcance de la voz del niño, no de sus gritos en caso de que sucediese algo desagradable. El dulce e impulsivo niño me respondió con una voz cortante y a la vez angelical: "No lo sé". Y se quedó su rostro dubitativo en mis pupilas mientras me iba hacia otro lugar a divagar o a hacer algo mejor que no hacer nada. Tenía que asentarme en la realidad, realidad, parar de una vez las incisivas elucubraciones que me cubrían a cada instante. Ya era hora de acabar con las farsas, de poner los pies en la tierra. Devolvería todo a mi madre, le diría la verdad, buscaría su vestido y, por fin, buscaría un lugar donde trabajar. Sí, la irrealidad me consumía, la adoraba, el arte, los museos, ver los cuadros durante horas a solas o con compañía, y la música, la música era mi vida, pero ya había intentado banalmente vivir de ella sin resultados palpables. Así pues, había de retornar a casa.

IV

- Hola, ha sido culpa mía, todo lo que ha desaparecido te lo he quitado yo. Tu vestido azul incluido... ¿Hola?
Nadie me respondía, hablé como una autómata sin percatarme de que la casa estaba vacía y de que el propio vestido estaba sobre la cama de mi madre. ¿A dónde habría ido? Qué despiste, había dejado las ventanas abiertas y el cielo se comenzaba a nublar... Me fui a buscar todas las cosas que le había robado tan puerilmente y me percaté de que ya no estaban; habían desaparecido y ella se las había llevado, las había descubierto y yo no estaba ahí para explicarle mis razones.. Pero, ¿qué razones había? Prf. Qué súbita somnolencia me venía cuando me paraba a indagar los motivos inexistentes. ¿Qué me pasa? En claro no sacaría nada, así que seguí investigando por toda la vivienda el rastro materno.  Su ropero estaba semivacío, parecía como si el cuarto entero estuviese medio lleno, le faltaban algos. Ahora no me percataba de qué y sin más y sin palabras amalgadas en excusas la llamé. Se oyó su contestador y su voz: "Ahora mismo no me encuentro disponible, si eres tú, hija, la que llama, que sepas que estaré un tiempo fuera de casa, ya hablaremos cuando vuelva, besos."
- Bien, ¿y qué hago yo ahora?
Cerré las ventanas y las cortinas de modo que no entrara ni un ápice de luz ni de aire para insonorizar en la medida de lo posible todo aquello. Pensé en encender la televisión, en leer un libro, pero lo mejor que se me ocurrió fue coger el violín y ponerme a tocar. En fin, no sabía hacer nada mucho mejor que aquello. Ya hablaremos, ya.


miércoles, 23 de junio de 2010

Aire

El tedio. El tedio
se aleja desprendiéndose
por todos sus poros
por todos sus lares.
¿Me escrutabas por todo,
por nimias tardes
retorciendo el aire
con los labios y los ojos?
Se veían -¡muy lejos!- los mares
de una mañana clara
y un sopor tibio y palpable.
Así pasaba y pasaba
el tiempo, inexorable;
y se formaba una amalgama
con la tibieza del ayer inevitable.

miércoles, 16 de junio de 2010

Wiedre

El aire tardaba... tardaba tanto en llegar. El ruido asordado se mantenía en los tímpanos, mientras, resbalaban gotas de sudor por el cuello. Venía a abrir la boca, era muy gracioso cuando la cerraba y volvía a ensanchar, pues era lo único en lo que ella se fijaba. Lo único que veía cuando hablaba. Creo, creía, que, todo el resto, tan sólo, tan simplemente, sobraba, no debía estar ahí. Ese rostro, ese ligero sonido de las manos dando golpecitos sobre todo lo que tenía a su alcance, una eterna manía que no se borraría. Entonces, cuando tan sólo veía su labios, ciñéndose y expandiéndose cadenciosamente, retornaba una imagen a su memoria. Comenzaba a latirle el impulso de reírse. Pero, mira, si es que es la misma boca de mi bisabuelo, se mueve igual que cuando contaba las batallas de la guerra, pensaba. Qué bien se lo pasaba cuando era tan pequeña y él con aquel júbilo y ánimo de cualquier hombre de aquellas edades le contaba con aire de satisfacción y emotividad -intentando evitar imprimir cualquier sentimiento decadente o lúgubre- la mala situación por la que tuvo vivir en su pasado. Por ello, se destronchaba al verlo hablando. Y ahora prorrumpía el silencio. Dejó de escrutar aquellos labios y comenzó a ver a través de la ventana a la gente pasar. Intentaba mirarles a los ojos mientras ellos caminaban y el coche se movía, pero con ardua dificultad apenas lo lograba. Al menos podía intentarlo en cada paso peatonal, pero, claro, ¿cómo iba a ocurrírseles a ellos mirar acaso a los ojos a los propios conductores y menos a sus acompañantes si tan sólo ansiaban que aquellos coches frenasen de una vez para poder llegar a su destino final? Tenía un gran sentido lógico, desde luego. Aún así lo seguía intentando, hoy había indagado en muchas miradas ajenas y tan sólo encontró unos escuetos pares de ojos azules mar, la gran mayoría marrones. Creía, creo, que había vislumbrado muy pocos y además era insuficiente todo eso para ella. Vamos a ver, ¿de qué me sirve todo esto? ¿Deambular porque sí? El conductor del coche obedecía todas sus órdenes, eran irrevocables, parecía un zombi. Creo que le hacía el favor de servirla por algo, parece ser que si ella bien recordaba hoy era uno de esos días diferentes. Sí, esos días en los que se levantaba e inopinadamente olvidaba las razones por las que tenía que acudir al Conservadium, y le pedía al conductor, Wiedre, que la llevase con el coche a dar una vuelta por el campo, la ciudad o a donde fuese con tal de salir. Este vivía en su misma casa, en el cuarto contiguo y, ahora, divagando, se le olvidaba casi quién era, algo de sangre tendría, un pariente era, sí, debía ser eso. Wiedre era bastante servicial, ella no recordaba por qué, le parece que era un día especial. ¿Wiedre le habría hecho caso cualquier otro día del año? Para el caso, daba lo mismo. Hoy observaría los rostros e intentaría dilucidar algo, de acompañante en el coche solía coger la libreta en mano y escribir. Cuantas más vueltas daba el coche y el mareo se precipitaba en su cabeza, más efusivamente escribía, sin parar. Era bastante entretenido. Cuando alguno que otro se ponía a indagar el rostro de ella en el coche parecía como casi asombrarse. Ella se reía y ellos desviaban la mirada, sintiéndose intimidados. Esto la motivaba a garrapatear más en la libreta. Fascinante, decía. Tras varias horas se cansó y le pidio a Wiedre que hiciesen un descanso. Bueno, me temo que es hora de que te largues, Wiedre, fuera, sal del coche. Este obedeció sumiso y se quedó sentado en la acera esperando cualquier otro imperativo más. Nunca llegó, ella creyó que sería la mejor solución, ¿para qué Wiedre si ella se bastaba a sí misma? Arrancó el coche. Y se dirigió quién sabe a dónde.

Parque

Por un segundo estoy temblando de pavor mientras veo camimando a dos señoras de la tercera edad. Mi miedo a que el ser prorrumpa en exabruptos indescifrables aumenta. 
Me dice algo, ¿lo escucho? 
Le digo algo, ¿me escucha? 
Qué terror tan impalpable, tan insoportable, qué eterna naúsea sin llegar a vomitar nada. Sin ni siquiera escupir un ápice de ácido. Por favor, ¡qué terrible lástima me da! ¡Ese ser solitario! ¡Por favor! Cambia ya, vive, muévete, abre los párpados. Oh, vamos. ¿Por qué no atentas contra el desasosiego? ¡Por favor! Vuelve. No, no, ¡no!.

lunes, 14 de junio de 2010

Fuga

Cómo me divierto
trepando por la hilera
de pensamientos eternos
y, de lúcidas ideas que
apuntan maneras y se desvían
con templanza y desasosiego
por una corriente de melancolía.
Y que terminan por pulirse
tal como diamantes de sangre
para desembocar -una vez más-
allende el tiempo, en la inexorable fugacidad.

lunes, 7 de junio de 2010

H

Mareo
Vestigios 
De líquido
En el cuerpo
Ganas de 
Tirarse de
Los pelos
De precipitarse
En el deseo
De una sábana
Y un paseo
Hacia la entraña
Del mismo
Del mismísimo sueño
Y del desvelo

G

Cómo aborrecía el aire pegajoso del verano y que se le pegase a la camisa y a los pantalones, casi asfixiando su cuerpo. Venía de salir de la calle, de ir a visitar a su viejo amigo Sergei e ir a comprar un pan con resquicios de grasa y otros condimentos. Ahora que había llegado a la cocina y depositado el pan en la mesa, se fue a su cuarto y de pronto vio su mesa oscilando en el aire. Casi estaba como invitándolo a hundir o estampar su cabeza contra ella, a la propia altura del cuello, el color habitual de la mesa era marrón como la madera de pino y ahora se había ennegrecido. La mesa seguía oscilando y dando vueltas a su alrededor, como la cama y la silla, también el espejo. Los objetos se movían, él continuaba en reposo, extasiándose ante aquella prometedora visión. Era una realidad poco convincente y eso le agradaba aún más, cuanto más ajeno a la verdad estuviese, mejor, le gustaba que todo se moviese a su alrededor, desafiando las leyes de la gravedad. Sabía que esa mesa desde el principio había tenido esa tonalidad oscura y que subía y bajaba perpetuamente aunque sus ojos se empeñasen en verla siempre quieta. Se fue a su ropero, a cambiarse de ropa, pero el calor y las vueltas de aquellos objetos le habían producido naúsea. Se fue al cuarto contiguo, a intentar repeler aquella embriagadora y sofocante visión, pero se repetía la escena. Tuvo que optar por cerrar los ojos, indeciso, para desquitarse el miedo que empezaba a acometerle y se desvistió súbitamente. Arrojó las ropas al suelo y se tambaleó -no tanto como la estantería, que parecía querérsele caer encima- hasta la cocina. Tomó un vaso de agua y las pastillas que se encontraban sobre la repisa. Le entró una terrible somnolencia, el techo giraba, formaba espirales, vislumbraba una forma, un... un...
Cayó al suelo, con los párpados apretados.

viernes, 4 de junio de 2010

F

Entro en el banco. Me dirijo a preguntarle a la mujer tan guapa y bien arreglada que si me podrían atender. Me dice que espere un momento a que el otro señor acabe con aquella chica. Espero sentada, sin pensar en nada, sin mirar nada. Cojo la revista, me pongo a leer un artículo sobre economía y frases de personajes famosos que intenta decir algo. Sólo al final del último párrafo descubro qué quería decir. Me pongo a observar las mesas. Hago un hallazgo. Cuando entro por la puerta, a mi izquierda, hay una mesa donde está sentada la mujer arreglada, y al frente hay dos mesas unidas donde está el señor atendiendo a la chica. La mesa donde está la mujer permite que se vean sus zapatos y parte de sus piernas, lleva tacones y luce un vestido. Muy bonito todo ello, pero, ¿a mí que me importa que lleve tacones?  Lo hace por tener buena imagen en su trabajo, eso es importante, supongo. Me voy a la otra mesa donde está ese señor tan grande y aparentemente simpático, no se ve absolutamente nada. Es exactamente la misma mesa y ésta no permite ver ni los zapatos, supongo que los zapatos de hombre son menos interesantes de ver. Ya veo que va a acabar con la chica, cierro la revista con el enigmático artículo y me siento en la otra silla, cara a cara con el grandullón. 
- Tome - usé un gesto para expresarle lo que quería decir.
- Ajá, espere un momento - Se fue a fotocopiar el papel, y después a teclear en el ordenador.
- ¿De qué curso es?
- Está en el papel que acaba de fotocopiar, además, ya lo ha escrito en el ordenador.
- Ah. Cierto.
Terminó con todo eso, sin volver a dirigirme una palabra y me fui. Al tiempo en que abrí la puerta el tipo amable casi gritó.
- Ey, chica, espere. Se deja algo.
- ¿Qué?
- Tome, el papel es suyo.
- Ah. Quédeselo.

jueves, 3 de junio de 2010

¿Amor?

Me gusta cuando cerramos los ojos y nos dejamos llevar
Me gusta el surco de los ojos al, la luz, brillar
Que me beses y que nos besemos
Sintiéndolo, ya sea demasiado, ya sea poco, ya sea sincero
Realizamos un recorrido húmedo y empañado al besar
El uno al otro, el cuello, la boca, los sueños
Si empezase a echarte de menos voy a acabar
Por rogarte que permanezcas a mi lado
A todas horas, en todo momento, y me arrancarás
Tantas sonrisas y tantas caricias que ya lo creo
No sabré más que decirte dos palabras: 'te quiero'

miércoles, 26 de mayo de 2010

Mum

Pum. Puuuuuuum. PUM. Se oía el golpe de un martillazo limpio sobre la pared. Hoy era el cumpleaños de mi madre y le había pedido cincuenta euros para hacerle un regalo. Me dio el dinero y ese mismo día las dos fuimos a escoger el regalo idóneo. Mi madre entraba a cada tienda que veía y se solía pegar media hora como mínimo en cada una. Miraba todos los objetos expuestos, la ropa, los collares, todas esas cosas que tanto adoran las madres, con los ojos relamidos y unas enormes ojeras, y se decidía a seleccionar uno de ellos cuando lo escogía previamente otra persona. Entonces, la persona que cogía ese suéter celeste tan llamativo era la que decidía el regalo de mi madre, no era yo, ni era ella. Mi madre se dirigía a la chica que estaba mirando el suéter celeste y le decía que le gustaba y que dónde encontraría más. La chica amablemente le respondía y señalaba una dirección, a la que con afán iba mi madre. Veía el suéter, le encantaba, qué buen gusto había tenido aquella chica, qué bien quedará, entonces cogía ese, y otros del mismo modelo y diferente color y se los llevaba al probador. Uno por uno se probaba, yo le cargaba los suéteres que no iba a ponerse sobre mis brazos, apoyada en la pared o sentada. Cada vez que se probaba uno su pensamiento se escindía en dos vertientes, la del sí y la del no, le gustaba cómo le quedaba, ahora el color no era el apropiado, se probó otro verde, no, desde luego que no, uno rojo, le encantaba. Aunque yo se lo veía y no me convencía, creo que le hacía demasiada barriga, no se lo dije por no quitarle la ilusión, pero ella misma ya empezaba a notarla, aunque no veía gran obstáculo en eso. Supongo que no lo era. Se decidió por el rojo. Miró la etiqueta y vio el precio, empezó de nuevo a oscilar el no por su cabeza. Por dios. Qué caro. Buscaré otra cosa que sea más barata, si al fin y al cabo no era tan bonito el suéter. Repasa las prendas de ropa de la tienda otra vez, ve de nuevo a una mujer cogiendo un vestido colorido, mi madre le dice que dónde estaba y que era precioso. Se lo prueba, le queda jodidamente bien, le encanta, mira la etiqueta. No. Le dije que yo se lo pagaba, que por un día no pasaba nada, pero renegó una vez más. Demasiado caro. Al final, nos fuimos de la tienda y pasamos por otra de bisutería. Le gustaba casi todo, y le dejaba de gustar en cuestión de segundos. Nada le llamó la atención. Aunque se probó dos collares, cinco anillos y más de tres pares de pendientes. Nos tuvimos que ir porque casi nos echaban de cada tienda a la que íbamos, mi madre preguntaba a cada dependienta, además de a las clientas, que de dónde había salido esto y aquello sin realmente comprar nada. Entendía que se hartasen, yo le insistía en que no fuese tan pesada, que la gente necesitaba estar más a su aire y que las dependientas tenían que hacer veinte mil cosas. No me hacía caso, creo que cuanto más le decía, más procuraba borrar mis palabras. 
Se hicieron las nueve de la noche, y estábamos exhaustas, ella no se había comprado nada, decía que cuando fueran las rebajas ya se compraría algo, ya. Siempre la creía, sabiendo perfectamente que en rebajas no le gustaría absolutamente nada, que todas las prendas tenían desperfectos, que no habían tallas, pero ella parecía que confiaba a ciegas en que encontraría algo perfecto y barato. Bueno, qué remedio. Llegamos a casa, hoy era su cumpleaños, había que celebrarlo, darle un regalo... Se recostó sobre la cama y se puso a hablarme de lo bonito que era el suéter celeste, que le había gustado mucho y que mañana se lo compraría, definitivamente. Ya, madre ya. Mañana vamos. Descansa. Y le di dos besos en la espalda y un abrazo. Feliz cumpleaños.