martes, 27 de julio de 2010

Konstavin.......

El señor Konstavin venía de trabajar y estaba terriblemente agotado, casi asfixiado del ambiente hipócrita que comenzaba a acumularse en pos del usual compañerismo. Sospechaba que lo iban a despedir y nadie se atrevía a mencionárselo cuando el rumor ya se había difundido por toda la oficina. Quizá sería lo mejor, ya estaba hastiado de sus paupérrimas ansias por realizar su trabajo. Lo cierto es que era un completo inepto para el empleo. Últimamente le solían mencionar sus compañeros la parsimonia inexorable con la que llevaba a cabo sus tareas. Él sabía perfectamente -¡tan bien!- como todos que aquello había sido una pérdida, una terrible pérdida de su tiempo. Cuando terminaba de trabajar tan sólo deseaba extasiarse ante la yerma cama y dormir, dormir para olvidarse de todo y de su repulsiva vida, para de nuevo retornar al infierno matinal.
Las cosas llevaban torcidas ya mucho tiempo. No sabía el señor Konstavin qué hacer ante su inminente despedida del trabajo, pero aunque no tuviera ya ese salario mensual podría arreglárselas con sus fútiles ahorros. O.. quizá podría... Otra idea se arrebolaba en su mente como un pedacito de metal ante un imán. Sí. Oh... ¡sí!... treinta y dos miserables años perdidos. Dentro de cuatro días treinta y tres años. Treinta y tres. 
Esta era el uso de algo.. de alguno de sus antiguos vicios tan anhelados y desprestigiados ante sus pavorosos efectos y, a la vez, tan espeluznantes, aquella sensación no era repetible ni nada podría asimilarse a ella. Nada. Sin embargo, ¡era la solución!
Comenzaba a crepitar ante el ocaso y ante sus manos tenía el remedio y la enfermedad, y también la evasión. ¿Qué cantidad sería necesaria para...? Bien... ¿con veinte valdría? No, mejor con todo.. con toda la cantidad que le había sido suministrada y que había guardado durante tanto tiempo...
Vale, probemos.


2 comentarios:

  1. Un léxico rico y bien utilizado, es fantástico leer cosas así. Sigue escribiendo, ya tienes una seguidora más.

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