sábado, 25 de abril de 2009

Si puedo...

Noche estrellada de divagaciones interiores que asedian el escurridizo recuerdo del arrepentemiento, alzando la vista para interpretar lo que ahí delante tengo. Mas no obtengo un cristalino veredicto, acaso la certeza de lo que me condena puede invertirse en otro comienzo.
Almohadas y mantas de coraza me sirven para desvincularme de las incesantes balas que aderezan las mañanas en las que despierto. Que me aullan con susurros la chispeante aflicción que con la leve aura de mis pisadas arrastro. Desprovisiones de términos son ineludibles para las reverberaciones de raciocinios que acometen las retinas. Mas no temas, no habrá discrepancia, porque la nada jamás se disipó.

martes, 21 de abril de 2009

El anhelado placer

Dormir es el fin de mi muerte,
es la esperanza de mi agonía,
cuando detalles invaden mi mente
y la melancolía arrebata mi alegría.

Durmiendo mis horas dejan de ser martillos
que taladran y sacuden toda mi alma,
ella, desangrada, busca su camino
para regresar al punto donde amaba.

Mi amor se convierte en sueño
y mi odio se transforma en realidad
mas, ni uno ni otro, serán capaces de perdurar
en cada derramada lágrima.

Le gustaría al cuerpo llorar sin parar
y sabe que esa no será su realidad,
la suya no llegará cuando dispuesta esté
a ver más allá de su ser.

Y sea capaz de atravesar con la mirada
las otras, ya más que perdidas, y dejar
de mirarse, eternamente, a sí misma.
Borrar el egoísmo que no se esfumará,
que pudiese erradicar y reprimirá.

Sí, dormir es mi vida,
pues yo sólo vivo de sueños,
ni siquiera una razón mía
podría modificar todo lo bello
que tienen mis sueños.

Y es, mi último deseo,
dormir,
para siempre dormir.

Vida de ocasos

Se burla ella
con su resplandeciente sonrisa
es hermosa y, a su vez,
camino de espinosas rosas
es infierno lleno de viejos sabios
y cielo repleto de falsos ángeles condenados.

Es la alegría y la tristeza,
es la manera de ver la belleza
cada cual que cuide sus espaldas
pero ella no podrá hacerlo.

Sólo pasa, nos roza y se acerca,
con su aliento resbalando
en nuestras caras,
nos saluda y da media vuelta.
Se va.

Nos indica que todo tiene su razón,
pero siempre huimos de ella,
¡cobardes qué somos!

No queremos escucharla
ronca, sin voz se queda
a gritos nos avisa
pero hacemos oídos sordos.

Y, cuando, ya muda
exhala el último suspiro
y nos lamentamos de su pérdida,
de repente, desaparece.

Nos deja solos
con nuestras envidias y odios,
solos en un desierto sin salida,
encerrados en infinitos laberintos,
abismales, sin principios, sin fines,
así es como ella acaba
con lo poco que quedaba.

Su lastimosa pena es la esperanza
que había depositado en aquellos
de aborrecibles pensamientos
a los que quiso librar
de todo remordimiento.

Abstractos (Aún sin título)

Luz es lo que atraviesa el cuerpo
un resplandor ennegrecido, mugriento,
que no alcanza del rayo la fugacidad,
no llega a cubrir su aliento
un mísero, impenetrable, suspiro
es lo que cubre de velo toda el alma,
se ríe de ella, histérica,
del alcance que tiene en su vida.

No es más que un reflejo,
se acerca su silencio,
y, sin palabras, se halla el muerto,
él no podrá solucionar el entuerto
en el que a su corazón ha puesto,
su ser transmite bocanadas de lamentos
el aire se los arrebata
como el mar azota el viento.

Llegó la hora de su muerte,
su alma que jamás tuvo sentimiento
logra escapar de su cárcel, candiente,
árdida ella, asfixiada en su calor,
pierde por fin, logra la batalla.
Acabó todo, se extirpó
la última gota de esperanza.
Tal vez, quizá, ella sola descubrió
que su muerte nunca estuvo ahí
sino que sólo ella la creo.

Nunca negó, como si de un efímero albor
se tratase, que la causa de cercana muerte,
fuera el terrible lamento de grave labor
que consistiese en extraer su idea permanente
de antojársele traer su camino a la razón
que ella misma creo en su mente
toda su esperanza se limitó
a imaginar sin forma aparente
una realidad que de satisfacciones llenó.

Sin embargo, dolor le trajo únicamente,
ahora, su perfecta muerte logró
con su afilado puñal, ligeramente
todo su cisma al instante ultrajó,
de una nueva vida es sobresaliente
la renovada esperanza que el alma aguardó.