martes, 21 de abril de 2009

Vida de ocasos

Se burla ella
con su resplandeciente sonrisa
es hermosa y, a su vez,
camino de espinosas rosas
es infierno lleno de viejos sabios
y cielo repleto de falsos ángeles condenados.

Es la alegría y la tristeza,
es la manera de ver la belleza
cada cual que cuide sus espaldas
pero ella no podrá hacerlo.

Sólo pasa, nos roza y se acerca,
con su aliento resbalando
en nuestras caras,
nos saluda y da media vuelta.
Se va.

Nos indica que todo tiene su razón,
pero siempre huimos de ella,
¡cobardes qué somos!

No queremos escucharla
ronca, sin voz se queda
a gritos nos avisa
pero hacemos oídos sordos.

Y, cuando, ya muda
exhala el último suspiro
y nos lamentamos de su pérdida,
de repente, desaparece.

Nos deja solos
con nuestras envidias y odios,
solos en un desierto sin salida,
encerrados en infinitos laberintos,
abismales, sin principios, sin fines,
así es como ella acaba
con lo poco que quedaba.

Su lastimosa pena es la esperanza
que había depositado en aquellos
de aborrecibles pensamientos
a los que quiso librar
de todo remordimiento.

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