domingo, 26 de diciembre de 2010

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Está girando sobre mi cabeza el hálito de una pieza, los recuerdos de mi sonrisa en el ente, en ti. Hay un juego de 'tú' plural, el humo de una historia y de otra y otra. Ambos se dispersan pero el cuerpo los inhala y sus vestigios se perpetúan en el recodo más insospechado del averno mental. El último día, las sillas, las desviaciones a 180 º, uno se reforzaba en el pulso de la mano del otro, contando los segundos. Había cosas que no servirían de nada, podíamos perdernos en demasiadas, y quizá eso fue lo que quisimos desde antaño. Aferré mis puños al mullido asiento... ¿sabría... agarrar la cuerda? Siempre supiste que no, ni tú mismo lo pudiste hacer. El círculo era insuficiente, no quita esto que no fuese perfecto, y vicioso. Balbuceamos mientras buceábamos en nuestros laberintos irisados, uno iba de espaldas al otro aunque ahora mismo estuviesen pupilas frente a pupilas. La exasperación podía resultar asfixiante y era hora de dejarse de tantas estupideces. Dejaba de gritar el 'ven' por el 'voy'... pero con él 'me' incluido en el paquete. Al final, uno terminó por desvanecerse, o ambos, qué se yo. Se diluyeron bajo suelo esperando la nitidez de una contestación. Tendría que trazar de nuevo el proyecto del descenso, esta vez desde más alto, con las rocas del acantilado observando tan tan lejos mi incorpórea materia. Bueno... el vicio melancólico y demente se hallaba en la cúspide... no podría renunciar a él.... era eso, eso, todo lo que podía...

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