lunes, 23 de mayo de 2011

Dedicado..

Me está auscultando a través de sus remotas gafas metálicas. Percibo su inteligencia y sé que no podré alcanzarla, me siento indefensa e inocente, como un niño pequeño. Siempre me han puesto nerviosa las personas más inteligentes, lo más temible es que a veces son tan poco discernibles... Estoy en su punto de mira, él calla y yo hablo para contrarrestar un poco la disonancia. Mis dedos levitan por encima de las teclas, me verá tocar o haciendo algún derivado musical poco digestible en el piano. Comienzo a deslizar los dedos por las notas, proyectando una línea perfecta que escruta el infinito. Él lo ha contemplado antes. Yo diría 'qué maravilloso este vacío sin fin', aunque no serviría de nada. Víctor ya lo había visitado, ya había estado en todos los lugares en los que yo podía dibujar un círculo.

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