martes, 1 de noviembre de 2011

Me miró fijamente durante un buen rato, voló hacia la mesa y luego permaneció inmóvil y sentado, escrutando al gato dormido que yo acariciaba entre mis brazos. Parecía que iba a prorrumpir en una espiral de palabras con poco sentido cuando, inopinadamente, se levantó de nuevo y cayó al suelo.

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