domingo, 1 de julio de 2012

Una ligera náusea


Me tambaleé hacia las puertas con ciertos mareos, con el material aferrado a mi espalda para comenzar la lección. Como casi todos los días, me senté en primera fila, lo suficientemente en el centro como para escrutar con atención y desidia a las verborreísticas caras de aquellos sujetos denominados "profesores", además de para hacerles un psicoanálisis interesante. Transcurrieron los asfixiantes minutos de retraso y llegó por fin. Coloca sus cosas en la mesa, ligero vistazo al aula, pizarra, ordenador con proyector y un sinfin de vistas exclusivas para las tareas previas. Empezamos. Alguien llega tarde, mirada infinita de desprecio del educador -a veces tendente a la amabilidad, ji ji-. Gráfica para arriba, gráfica para abajo, palabrillas de decoración, que si en el partido de ayer ganó tal o cual equipo, que la política económica está muy mal, aplicar inyecciones keynesianas, que si la eficiencia, etcétera, etcétera. Oh... ¡todos juntos a participar! Tenemos que ser unos excelentes profesionales. Vamos, vamos, aprended. Será divertido, hacerlo en vuestras casas, vamos a corregir. Venid, venid a mi despacho. Eso sí, siempre con las puertas cerradas. Tendrán que tocar primero y, ejem, espérenme que estoy atendiendo una llamada, ups, esperen otro rato que voy a la cafetería a por un café. Pero yo me paso mucho tiempo investigando, es normal que no tenga tiempo para ustedes queridos estudiantes. Miren, esto es lo que va a caer en el examen, y tienen que sabérselo muuuuuuuuy bien para ser la mejor promoción y unos expertos de la materia. Aaaaah. Y aprender inglés. ¿Eficiencia o equidad? Aún no llegamos tan lejos. ¿Moralidad? No, no, eso no se daaaa aquí. Deben reconocer que se pierde dinero si no lo invierten en un banco, una pérdida total de eficiencia, ¿saben? Así que, chicos, aprovechen las oportunidades del mercado. Que es muy bueno él, y nosotros, por supuesto, les enseñamos a que lo comprendan a la perfección y siempre maximizando su utilidad, o beneficio, que viene a ser lo mismo. Bueno, si pisan sin querer a otro, no pasa nada. Si es eficiente arruinar vidas ajenas, es eficiente, así que... ¡a creeeecer!  Que el cero es un número muy feo, oye. Mercados laborales flexibles, sin salarios mínimos por supuesto. ¡¡Habrá más gente empleada!! Como decía este señor hace uno o dos siglos, clásico, llámenlo así. De repente, mientras el profe explicaba su charla sentí unas náuseas terribles y me puse de pie, dispuesta a dirigirme al baño, aunque siempre con el consentimiento necesario. Así que a la vez que me levanté, elevé mi mano, para comentarle mi imperiosa necesidad de última hora. Sin embargo, estaba tan ensimismado con su discurso que tuve que contenerme, pero aquello no podía contenerse, no podía esperar, tenía que salir. Y salió. Justo cuando se giró hacia mí, un torrente de vómito fue expulsado de mi boca, invadiendo todo su rostro y los alrededores. Aquel día se interrumpieron las clases, puesto que era imposible continuarlas con las pizarras y el aula en aquel estado.

1 comentario:

  1. Y nadie lo grabó? pagaría por verlo! jejeje

    Normal que sientas nauseas, yo las siento todos los días, cuando mi jefe-maestro-entendidillo arregla el mundo con su iphone 4.

    Besos

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