miércoles, 21 de diciembre de 2011

Viaje

Elisa se dirigió a su asiento y escrutó a todos los objetos de su nueva óptica, cada uno atento a un mero artífice humano, casi extasiados, desesperados. Los segundos se apresuraban, y a ella aún le quedaba mucho por hacer. Le estaba temblando la pierna izquierda y sentía la imperiosa necesidad de precipitarse contra la mesa o la pared, lo mismo le daba, debía parar aquello. Pero sabía que no podría, no en aquel momento, debía concentrarse, despejar su mente y ... ¡estupendo! Había un sujeto levantado, dirigiendo desde su ángulo el brazo hacia la mesa que estaba a punto de abandonar. Salió cuasi volando hacia el jefe de aquella magnánima obra de teatro para entregarle su apreciada conclusión. 
- Qué escueto. ¿Estás seguro de que me quieres entregar esto?
- No soy capaz de añadir más.
Y se largó, dirigiendo su mirada acuosa al resto del aula, como acusándolos de ser cómplices de aquella comedia. Ella ya no podía más, quería perseguir su sombra, marcharse con él y dejar de formar parte de la inmundicia, aunque de nada serviría. Todo el mundo le seguiría temblando bajo sus pies, como si tuviera que desprenderse de él, mudarse a otro por un tiempo indefinido. Y si era así... ¿por qué todavía se lamentaba en este? ¿No era hora de elevarse hacia el otro?

1 comentario:

  1. ¿Jenny, eres consciente de que es irritante leerte cuando usas caprichosamente tantas palabras complejas?

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