lunes, 3 de mayo de 2010

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Tumbada sobre los muslos ajenos, sueña que está volando, el antaño viene, y una sonrisa. Hace amagos de vuelo con los brazos, suspiros esperpénticos y ruido sordo. Las yemas de los dedos van ligeramente subiendo y bajando. Se resquebrajan los dientes, riendo, e inhalando un par de ojos en silencio. Escudriña el rostro mientras siguen moviéndose las mandíbulas. El cuerpo inerte depositado empieza a temblar y reivindicarse, se debate entre el infierno y la mentira, y queda en el medio. Los dedos permanecen sobre su espalda, más abajo, más arriba; retorna el silencio, de entre todos, el más cómodo. Se gira, da la vuelta, y alza el rostro. Se escrutan. Brillan más que antes, tal vez sea un reflejo. Se escucha a lo lejos la cadencia de la música. Será.. ¡tal vez!.. la canción que susurraba aquella mañana...

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