martes, 25 de octubre de 2011

El pequeño se deshizo de la bola en la que se había convertido y se fue despedazando a medida que caminaba. Empezó a recordar. <¡Eso es!> Sus pupilas se dilataron, lanzándose a oscuras a la persecución de la abominable masa. Sabía, sabía que algún día llegaría...

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