lunes, 23 de enero de 2012

..

Y caminamos y caminamos durante horas a través de la oscuridad diáfana que apenas nos permitía medir la distancia de nuestros pasos.. Decidimos quedarnos estacionados, inmóviles, mientras hablábamos...
-  Dime... ¿qué ves?
Le siguió un silencio casi eterno, suspendido entre los sonidos de la noche. No es que no fuera capaz de responder... es que sabía cuál sería la pregunta tras mi respuesta, lo cual me inquietaba. Decidí utilizar una pregunta algo atrevida...
- ¿Podrías cerrar los ojos, ahora?
- Está bien, si es lo que deseas.
- Vale, ¿estás asustado?
- ¿De qué?
- No puedes observar dónde estoy ni lo que sucede a tu alrededor. A ver.. ¿a cuánta distancia me encuentro de ti ahora mismo?
- No sé... quizá.. ¿un metro? ¿Dos?
- No. Permanece con los ojos cerrados...
Aprovechando su perniciosa oscuridad me situé sigilosamente a sus espaldas, apenas acariciando el suelo con mis pies. Estuve en el más absoluto silencio durante unos  cuantos minutos... mientras lo escrutaba balbucear levemente algo con sus labios... Empezaba a temblar, no sé si de frío o de miedo.
- ¡Bú! 
- Hey. ¡Me has asustado! ¿Qué puedes ver desde ahí?
- A ti, con escalofríos terribles... Ya puedes abrir los ojos, si quieres...
- ¿Yo? ¿Escalofríos? - Soltó con un tono hilarante. 
- Sí, ya es demasiado tarde como para poder creerte.
- Bueno... rehagamos nuestros pasos... Volvamos al hilo de nuestra conversación inicial.
- ¿De veras no te has asustado?
- No, bueno sí. Un poco. Mucho.
- Ajá. Lo supuse, en fin. Prosigamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario