jueves, 26 de enero de 2012

A meses luz...

Correr... Correr no me quita  nada de tiempo. 
Me suspendo en el hueco delgado que se vislumbra entre las persianas. Una delgada línea con variopintos colores humanos se desliza desde la izquierda hacia la derecha. Es otro ser moviéndose.
No encuentro referencias.
¿Dónde estoy?
Coches y ruido y gente y coches. Amalgama amarga de estertores que hacen que mis dedos apreten con toda su alma mis  pelos, los retuerzan, los destrozan sin querer conocerlos. No sé qué soy, ni qué he sido.
Estás ahí, no he querido despedazarte. Sería inútil. Así como mi propia existencia. Desearía ver, saltar y volver a una órbita desconocida. 
No. No. El chirrido de ruedas de carro me desconcentra. Me insinúa que debo parar. Cabeza: ¿debes parar?
¿Miedo  a pensar?, ¿eso dije? Sí, tal vez mientras me escrutabas lo tuve, quizá vislumbrarás en mí la otra mitad que desterró.
La dualidad y... yo. Como si todo se tratase de pares, es la versión humana simplificada de la realidad. 
Es la contradicción.
Ellos nos la insinúan cada día. ¡Más eficiencia, más productividad! ¡Más empleo! ¿Cómo? ¿Cuándo? 
El más conlleva al menos, no en todos los aspectos.
Morí para la poesía, así como para la literatura.
¿Qué queda de mí?
Te pertenecía en cierto modo aquello, pero no todo. En realidad nada. Fue mío, vestigios de egocentrismo. Lo amé, sentí, oh. Vuelvo.. vuelvo a derivar en el eterno retorno. ¿No decías eso, Nietzsche? ¿Estamos preparados para la llegada del 'superhombre'? ¿No somos ficción ya? Pasado, pasado, sólo vivimos en el pasado y soñamos el futuro, es decir, el pasado. 
Tan sólo vivimos soñando el pasado.

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