jueves, 29 de marzo de 2012

Cage

Boom. El sonido que más se asemejaba a lo que en ese mismo instante le estaba señalando su corazón. 
Había tratado -tras el lapsus finito con los párpados cerrados- de deshacerse de aquella condena inmaterial, empleando para ello todos los medios que se hallaban a su alcance... el verde, el azul, el amarillo, pero aún así nada sucedía. Sólo era capaz de visualizar blanco. Ninguna capa de pintura podría... alterarlo. ¿Para qué continuar por esta vía? Gritar, ¿quizá? ¿Serviría eso de algo? 

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.

Nada. Nothing. Está bien, si no se movía no se percataría de la presencia de la jaula. Silencio. ¿Y acaso el silencio es quietud? No. ¿Y acaso las palabras eran sosiego? Tampoco. ¿Entonces? ¿Cómo no moverse? La respiración tampoco lo era, inevitablemente podía tocar los barrotes.  Aunque... ¿qué sucedería si se convertía en uno de ellos? Si de pronto fuese un pedazo de metal, siempre en vertical, abocado a la gravedad, no tendría razones para negar la condena. ¡Sería la condena! Oh. Ni siquiera eso, no podría darse cuenta de su esencia gris y fría, ni sentir, ni pensar. Sería la libertad, pero con una forma tan insulsa que le impediría vislumbrar que el blanco había adquirido un tono grisáceo...

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Estar en el cielo para contemplar el césped. 

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