viernes, 5 de junio de 2009

Estudios

Son las 3 de la mañana y algo más. Apenas quedan resquicios de café amargo endulzado con leche en mi paladar. El sueño me invade, las palabras también. Los pensamientos aún más, y como siempre, la música me acuna y me ofrece su enorme manto que transgrede las frágiles barreras y me aleja de la incomodidad del silencio. No lo aguanto, ni llega a rozarme, jamás. Antes, me recorren diversas situaciones, composiciones, de vagos deseos que, quebrantables, se esfuman y permiten que su esencia se condense en el ambiente.
Mas tengo y tendré siempre en mi alma las melodías que han pegado las piezas de las que me compongo, como un puzzle inacabado, al que aún le quedan partes por resolver, así están mis desvaríos. Mis latido decaen, perdiendo sentido, con cada pulso, inhalo un nuevo aire, que regresa otra vez más a su tierra sin rasgar un ápice de mi estructura.

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