martes, 24 de abril de 2012

Reverbera

Todos somos diferentes, de hecho las diferencias son algo hermoso que diversifica y convierte en abundante a la existencia. No obstante existen básicamente tres aspectos comunes entre los seres humanos: uno más objetivo, el cuerpo; uno más subjetivo, la mente; y el puente entre ambos, las emociones. Además existe un aspecto adicional, podría hablarse de una cuarta dimensión con mayúsculas: el testigo o la presencia. Varias son las personan que la han señalado a lo largo de la historia, desde Lao-Tsé hasta Osho o Eckart Tolle. Este cuarto aspecto, un todo holístico e integrador, sólo puede ser referenciado una vez lo has experimentado y en cierto sentido te has vuelto nadie. La pura consciencia que testifica es completamente misteriosa, no se la puede medir. Al hablar de ella seguimos haciéndolo desde el ámbito del conocimiento, desde el pensamiento, y sin embargo ella es lo que lo testifica. La mente hasta cierto punto es una invención. Es real que el ser humano piensa, ahora bien, que esos pensamientos tomen cuerpo de mente es una invención conceptual que el pensamiento ha creado y ha validado. La presencia no es pensamiento, sino el testigo, y por tanto tampoco es mente. La mente es un concepto un tanto falaz, que se sustenta en la acumulación de pautas y conocimientos. No es entendible una mente sin pensamiento y al mismo tiempo es el pensamiento el que valida a la mente, ¿puedes ver la contradicción? Es como si la palabra “palabra” se validase a sí misma y no fuese por el consenso o convenio entre los usuarios lingüísticos. Así es como la mente se transforma en algo conflictivo, ligada al pensamiento y validada por este, deviene en una identidad. Esta identidad comienza a tomar cuerpo acumulando conceptos y pautas, desdoblándose desde la presencia. Entonces es cuando comienzas a sentirte dividido, ahora dices algo y poco después te estás contradiciendo, pues la mente está tratando de validarse a sí misma mientras tú vives una realidad dinámica y cambiante. Ante este conflicto generalmente salen reforzadas esos conocimientos, reproduciéndose el fenómeno. Esto que voy a escribir ahora es una barbaridad desde mi experiencia, pero sintetizarlo facilita su comprensión. Existen tres tipos de seres humanos o puede que mejor expresado, de mentes. El primer tipo es la mente ordinaria, no como algo peyorativo sino común, en la que viven inmersas la mayoría de las personas. La identidad desdoblada existe y camina en un precario equilibrio con la existencia. Se caracteriza por vivir lo ordinario de una forma conceptualmente simple, mentalmente mundana y deteniéndose ahí. El segundo tipo corresponde a la mente buscadora. En cierto sentido ha tomado una mayor consciencia de su identidad y está tratando de validarla. Más trata de validarla más altibajos vive. Se caracteriza por una búsqueda existencial, diferenciándose de la primera precisamente en la forma de búsqueda. Ambas buscan en cierto modo autoreconocer su existencia, validarla definitivamente. La primera la trata de satisfacer en cuestiones simples como dinero, poder, seducción, cotilleos,… la segundo realiza la búsqueda sumergiéndose en el conocimiento y en las emociones, y por tanto exponiéndose más. Finalmente el tercer tipo no es mente en absoluto. Puede haber pensamientos y sin embargo ya no hay mente ni identidad. Hay simple y pura presencia. Una profunda armonía y celebración surgen, pudiendo estar acompañados por pensamientos pero sin quedar ya ligados a estos.

["Para ti si lo quieres" - Jonás Quintana Arencibia]

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