sábado, 12 de mayo de 2012

Una carta poco estridente

Oh, querida luz. Te escribo desde el anhelo. Mi cuerpo sólo resiste su existencia desde las sombras, puesto que únicamente desde la oscuridad puedo contemplarte. Te añoro incluso estando contigo, te evoco incluso cuando estoy en tus pupilas.
Quisiera derretir cada poro de mi piel en ti y sin embargo, es también mi mayor temor hacerlo. Cuánto adoraría que me hablases y me dijeses lo que opinas de las sombras y de los agujeros negros que tanto te seducen. Y que me respirases en los oídos suavemente y con dulzura, como sólo tú podrías hacerlo.

¡Devora el peso que engulle mi masa!
¡Ciégame de éxtasis mientras callas!

Qué dice la noche.

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