Y las lenguas que hablan y persiguen a las figuras sin cabeza se suspenden en el techo, colgando de él y escrutándolos con devoción. El recuerdo que salió expulsado a la atmósfera en átomos de gas está junto a las lenguas, atacándolas y devorándolas con una rapidez estrepitosa. Caminan y cabalgan los cuerpos sin cabeza, se mueven con sus brazos, hablan con sus piernas. Lloran con su alma por la saliva que no deja de depositarse en sus cuellos.
Las palabras no, pero la imagen que describen si, me sugiere a Jodorowski.
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