martes, 5 de junio de 2012

Decía que decir qué sería un pasatiempo. ¡Mirar es un qué implícito! No lo dejes ir. Que se sostenga en tus labios mientras ellos se mueven fingiendo hablar y someter a mis oídos con las ideas que fueron creadas en las cimas. Qué desperdicio de silencio. La magia de las sutilezas... ¿dónde?  Las escaleras que van a la luna y las mujeres calvas en el mundo de los sueños, donde cuelgan sillas del techo y nos sentamos con las cabezas. ¿Dónde? Y las protestas y la sangre, las palabras que incitan a la rebelión y al fuego, palabras llenas de terremotos. ¿Dónde? ¿Es que este cuerpo del que lamentablemente no podré despegarme volará algún día? Pasan las horas, me pregunto si alguien alguna vez se ha preguntado por qué somos capaces de resistir tantos años siendo nosotros mismos. Busco la solución. Pero las respuestas se pierden en el recóndito laberinto de preguntas.

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