viernes, 18 de septiembre de 2009

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Ilumíname. Reconfórtame con tus palabras. Acércate. Compréndeme. Absorbe toda la empatía posible. Olvídate de estadios ahogados en la melancolía. Recuerda el silencio propicio a cada inhalación. Exhala nuevamente. Erradica las secuelas del veneno, y de las lágrimas. Grita. Por favor HAZLO. Sacúdete las virutas de nervios. Rechaza las comodidades lingüísticas. Abrúmate con amagos de bienvenida. Abrazáme, abraza tus defectos. Escúchame, yo también lo haré. Confiemos en el impredecible porvenir. Veamos la pulcra verdad con ausencia de criterios. Temamos el miedo, que no sea al revés. Y, acuérdate, deja translucir el reflejo de tus pupilas. Ellas conocerán TODO.

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