domingo, 6 de septiembre de 2009

Hogar

Permaneció en un estado de quietud inalterable, apenas resucitaban divagaciones. Se había compuesto de una maraña de sinsabores cuando sucumbió a la realidad. Resaltó una tenue luz en su rostro y de pronto, se sumió en la oscuridad. Vagamente rememoró los tiempos en los que la simple brisa originaba una complacida sonrisa. Sin embargo ahora se permitía el lujo de ser exigente: con eso no bastaba.
Anduvo por la estancia cavilando de un lado a otro, sin dejar ni por un segundo aquella agitada respiración hasta que logró dilucidar algo. ¿Era tal vez la solución? No fue la primera ni última vez que se le pasó cosa semejante por la cabeza. Seguía sin ver más alternativas así que decidió arrojarse a tales vaivenes de agridulces alegrías.
Se trasladó lejos, todo lo que pudo de aquel infernal lugar, hasta que regresó a sus orígenes. Cerca del mar, donde fue concebido. Su inconfundible esencia había cambiado, aunque en el fondo sabía que el acogedor rincón donde se fabricaron remotamente sus sueños más exquisitos aún persistía.

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