viernes, 13 de noviembre de 2009

Irrevocable, tú

Atisbos de recuerdos y de ensoñaciones unidos a la arraigada melancolía que cosecho cuando te recuerdo. Porque los sucesos que acontecen me hacen recordarte, a ti y a tu olor, también a tus palabras, que me acariciaban la espalda y ruborizaban mis cabellos. Desde luego, no dejan de persistir tus ojos de mar en las tan infrecuentes -ahora- rememoraciones. Pero es que, te irás -ya lo creo que sí- muy pronto, demasiado, te echaré de menos. Sí, no sé el qué, quizá tu presencia lejana, mis ansias de amar algo vertidas en ti. Y seré un nombre borrado por siempre en tu memoria, junto con muchos otros, aquella que fue tan sólo una más entre otras, en eso me convertiré -nos convertiremos-: en huellas de ceniza. Amor oxidado, no te darás cuenta jamás de que tú permanecerás en mis evocaciones, sí, sí. Que todavía tengo el descaro de decir que te quiero, tan sólo porque necesito querer a alguien. Y es que sin la visita escrutadora de tus ojos aún siento su llama arder, los lisonjeros pasos que recorres, leves, hacen mella todavía en mi desaliñada compostura. Ay, en fin, tan sólo desearía un último momento, aunque breve, juntos, a pesar de que no fuese como mis sueños de antaño. Por favor, recórreme las entrañas, por una última vez, házlo pronto, antes de que sienta que esta chispa no retorne, exclusivamente regálame una mirada.

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