sábado, 28 de noviembre de 2009

Poema narrado

Ahí está mi madre ahíta de fregar
Era la novena vez que la lejía caía
Y mientras el líquido se escurría
Comenzaba su crepitante lamentar
Se escudaba en el cenizo suelo
Resbalaba y se estampaba contra la pared
Tras inciertos instantes su pelo
Se entremezclaba con un inopinado trance
Sus decibelios se disponían a aumentar
Me irritaba las entrañas su continuo gritar:
-Sí, madre, yo hice que se vertiera
El aroma de la lejía por toda la alcoba
Por favor, precediendo al descubrimiento sea
Usted benévola conmigo y no recoja
Ni una mísera gota de agonía
No, amada mía, cuidadora eterna
Ni se te ocurra arrojar tu monotonía
Por la polvorienta ventana trasera-.
Madre, ¡qué has hecho!
Fue culpa mía, recuerda de mí
Que te he apreciado y que te quiero
Esos pedazos de cristal se entierran
En las yemas de mis dedos
Mientras la sangre borbotea
Y veo tus ojos, lejanos, escrutando el cielo

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